Sinodalidad y proceso sinodal, promesa para el Tercer Milenio. Fausto FRANCO MARTÍNEZ

El enfoque sinodal es algo que nuestro mundo de hoy necesita urgentemente. En vez de perseguir la confrontación declarando la guerra y buscando vencer al otro, hacen falta procesos que permitan que las diferencias se expresen, se escuchen y maduren para así poder caminar juntos sin necesidad de aniquilar a nadie. Es una tarea difícil; implica paciencia y compromiso con el otro. Construimos un pueblo no con armas de guerra, sino en la tensión fructífera de caminar juntos.

Esta charla se impartió en Becerril de la Sierra (Madrid) en septiembre de 2021 en una convivencia del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME)

El sueño de la sinodalidad

El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Se trata de la llamada de Dios a la Iglesia de nuestro tiempo, que tiene estas sombras: Falta de fe y corrupción. También abuso sexual, abuso de poder y abuso de conciencia perpetrado por un número importante de clérigos y consagrados. Esquemas y estructuras medievales y usos y costumbres fosilizadas e innamovibles.

El camino de la sinodalidad

En una Iglesia sinodal todos los bautizados son corresponsables, todos evangelizadores. Todo el Pueblo de Dios comparte una dignidad y una vocación común. Son sujetos activos de la evangelización. Este es el presupuesto indispensable para un nuevo impulso misionero que involucre a todo el Pueblo de Dios.

La sinodalidad obliga a revisar las estructuras eclesiales. Será necesario cambiar toda una serie de moldes y mecanismos jurídicos y pastorales que han perdido su razón de ser con el paso de los tiempos, que no sirven más pero sin embargo continúan hasta hoy intangibles.

La sinodalidad es profecía para el mundo. Además de un modo de ser eclesial, la sinodalidad vivida es una profecía para el mundo de hoy, abre nuevos caminos e indica nuevas metas para la humanidad.

Un proceso sinodal inédito

La particularidad de este proceso sinodal es que nunca antes se había planteado un sínodo con estas características. Algunos comentaristas se atreven a decir que es como un Vaticano III.

La sinodalidad no es un tema más. En los Sínodos anteriores se abordaron diversos temas de la vida de la Iglesia. En este Sínodo se va a plantear su misma vida, su esencia.

Escuchar al Pueblo de Dios no es un simple escuchar a las personas. La opción de consultar al Pueblo de Dios es fruto de redescubrir el valor insustituible del Sensus fidei Fidelium debido a la presencia del espíritu Santo en ellos. Por tanto se trata de escuchar la voz de Dios. Escuchar lo que el Espíritu quiere decir a la Iglesia.

Objetivos del proceso sinodal

La finalidad última de este Proceso no es sacar un documento. Va mucho más allá.

En primer lugar promover la conversión sinodal de toda la Iglesia. Es urgente un cambio de mentalidad en cada uno de los bautizados. Hay que vivir la experiencia de la sinodalidad en el día a día, como nuevo talante eclesial.

No basta la conversión personal. Es urgente dejar de lado vijos esquemas y engranajes del pasado y proponer nuevas herramientas que sirvan para mantener la transparencia del evangelio en nuestro mundo de hoy.

Desafíos que el proceso sinodal ha de afrontar

El clericalismo es el número uno de la Iglesia, que se partió en dos: De un lado la jerarquía-Papa-Obispos-Sacerdotes-, y del otro los fieles.

Hay asignaturas pendientes; por ejemplo el papel de la mujer en la Iglesia y la ley del celibato presbiteral; la postura a tomar con los miembros del colectivo LGTBIQ o la elección de los nuevos pastores, etc.

Perspectivas-Actitudes vitales

Diagnóstico global: O se da un cambio en los planteamientos de la Iglesia de manera real, visible y comprobable, o en el caso contrario, los fieles seguirán viendo a la Iglesia como presuntuosa, autoritaria y obsoleta.

Hay que confiar en la acción del Espíritu. Creer y esperar a pesar de todo.

Hay que dar primacía a los pobres. Una Iglesia pobre y para los pobres. Interesados en el cuidado de la creación, de la casa común.

Prestar atención al susurro del Espíritu en los acontecimientos.

Abiertos a nuevas ideas y nuevas propuestas, aun con el riesgo de equivocarnos.

Ser soñadores arriesgados. Los sueños soñados por muchos, tarde o temprano se hacen realidad.

Ser servidores esperanzados: Mediante nuestro interés e implicación personal todo este proceso sinodal, con nuestra oración y con nuestra participación en el ambiente donde nos encontramos, todos y cada uno de nosotros podemos contribuir a la renovación-reforma de la Iglesia según el Evangelio. Esta es la mejor manera de ser misioneros.


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Carta de Navidad 2023 a los hermanos del mundo. Eric LOZADA, responsable internacional

He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel.” (que significa Dios-con-nosotros). (Mateo 1:23)

La Navidad siempre ha sido esto: contemplar la visita de Dios a su pueblo”. (Papa Francisco)

Nací, nací para ti, nací en una cueva, en diciembre, en el frío, en una noche de invierno, en la pobreza y en la soledad, desconocida incluso para los más pobres. ¿Por qué nací de esta manera? Para que creas en mi amor, ya que mi amor por ti no conoce límites. Como tanto os he amado, poned en mí toda vuestra esperanza. Te enseño a amarme… Desde mi nacimiento me he mostrado a ti y me he puesto enteramente en tus manos. … has podido verme, abrazarme, oírme, servirme, consolarme…. No me entregué a ti sólo al nacer, por unos días o años, sino que me entregué en tus manos para siempre, hasta el fin de los tiempos. (Meditación del hermano Carlos sobre el belén)

Queridos hermanos,

¡Saludos navideños a todos!

¿Cómo celebras tú y tu comunidad la Navidad este año? ¿Hay formas nuevas y creativas en tu celebración respecto a la del año pasado? ¿Sigue siendo la Navidad la presencia gentil, tranquila y humilde del Emmanuel en nuestro mundo ocupado y ruidoso? ¿O le damos al mercado, al turismo y al entretenimiento la licencia para planificar nuestras celebraciones navideñas? Sería bueno echar un vistazo a nuestras celebraciones navideñas de este año frente a la realidad de nuestro mundo actual con todas sus luces y sombras. Me pregunto cómo celebran la Navidad este año las familias en Gaza, Ucrania, Haití o cualquier lugar y las personas que sufren malestar social, pobreza extrema y desplazamiento. ¿Está más cerca de ellos la realidad del sufrimiento que la de la alegría navideña? Echamos una mirada reflexiva a nuestro mundo y, al interpretar los signos, celebramos la Navidad de una manera más receptiva y apropiada.

¿Y qué pasa con la madre tierra? La Navidad no es sólo para el mundo humano sino para todo el universo, incluido el entorno ecológico que se ve radicalmente alterado por el misterio de Dios encarnado. Me pregunto cómo celebran la estación la hermana agua, el hermano viento, el hermano pájaro, el hermano bosque. ¿Las quejas sobre la contaminación, el cambio climático, el desequilibrio del ecosistema los privan de alegría navideña? Para nosotros que podemos estar en el lado brillante del mundo, ¿cuál sería nuestra respuesta a la invitación a celebrar el Emmanuel en medio del ruido atronador de la violencia, la codicia y la apatía hacia la vida en todas las formas de nuestro mundo de hoy?

El nacimiento virginal no es sólo una persona sino un camino. Justo en el suelo mismo de nuestra esterilidad, vulnerabilidad, impotencia como personas y entorno, aparecen en el horizonte rastros de nueva vida, pequeñas manifestaciones del Emmanuel irrumpen en nuestra conciencia para dar origen a nuevas iniciativas y sueños compartidos. Como personas de esperanza, echamos una mirada larga y amorosa al mundo tal como lo ve el Padre cuando le dio al mundo su Mesías en la primera Navidad. El mundo no estaba preparado. Tiene que nacer en la pobreza del pesebre, en la periferia del pueblo. No se trata de una ilusión sentimental o de un deus ex machina, sino de una llamada a un cambio radical y paradigmático para el nacimiento de un nuevo cielo y una nueva tierra.

La Navidad es una llamada a la soledad del corazón. La verdadera soledad es reconocer, nombrar y reivindicar nuestra pobreza, nuestro vacío que es también nuestro espacio ilimitado para los demás. En el centro mismo de nuestra soledad, encontramos al Emmanuel en todos los hombres y mujeres como hermanos y hermanas, no sólo nuestros amigos sino también aquellos que matan, mienten, torturan, violan y libran guerras. Se convierten en nuestra carne y nuestra sangre. Cuando nuestros corazones están llenos de la bondad del Emmanuel y vacíos de miedo, ira, indiferencia y codicia, “nos convertimos en un hogar acogedor para Dios y para toda nuestra familia humana en la tierra”. (Henri JM Nouwen)

Lo nuestro es esperar, pero no pasivamente sino activamente. Cuando esperamos, sabemos que lo que estamos esperando: está creciendo desde el suelo sobre el que nos encontramos. Esperamos con la convicción de que hace dos mil años se plantó una semilla y que algo ya ha comenzado. Estamos llamados a estar presentes en el Kairós de la Navidad con la certeza de que algo está pasando donde estamos y que queremos estar presentes en este momento sin las características externas de la temporada. Dios ha plantado generosamente la semilla de la divinidad en cada corazón humano y en nuestro mundo y esperamos con firme convicción y gozosa esperanza con María, que cantó: “Grandes cosas ha hecho el Todopoderoso y santo es su nombre”. Bienaventurados somos cuando vemos lo que Dios quiere que veamos en este gran tiempo de Navidad.

Algunos anuncios:

Hay un Mes de Nazaret organizado en Filipinas del 1 al 26 de julio de 2024 para angloparlantes. La tarifa de inscripción es de $400/participante.

Están en camino los preparativos para nuestra Asamblea Mundial en Lulunta, Argentina, en enero de 2025. En las próximas semanas, estaréis recibiendo cartas del equipo internacional para que veamos, reflexionemos, discernamos y caminemos juntos la dirección, el contenido y el proceso de la Asamblea Mundial. Asamblea.

Hermanos, os agradezco mucho vuestro hermoso testimonio y vuestra firme decisión de seguir más de cerca a Jesús tras las huellas del hermano Carlos. Que nuestra fiel práctica de la espiritualidad libere tanto nuestros corazones que el Emmanuel pueda hacer nacer en nosotros y en nuestro ministerio nuevos y fervorosos modos de encontrar los múltiples rostros de los pobres de hoy.

Con mi cariño fraterno,
Eric


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¡QUÉ BIEN ESTAMOS! Juan Carlos MARTÍNEZ, Ana URDIALES

Dado que formamos una familia numerosa de Cartagena, España, el año 2020 fue una oportunidad estupenda, porque “gracias” a la pandemia de Covid, al obligado confinamiento y a las restricciones de horario en las calles, pudimos pasar más tiempo disfrutando juntos que de ordinario.

Pero llegó 2021 y, cuando parecía que se comenzaba a controlar la pandemia, se inició una secuencia de sucesos, que amenazaban con hacer tambalear la paz familiar. Ahí es donde nuestra frase ¡Qué bien estamos! cobró más sentido que nunca. Esta frase, es para nosotros una forma de dar gracias a Dios y, también, una expresión de abandono, porque tenemos la plena convicción de que estamos bien porque estamos en las mejores manos, que son las de Dios. Todos sabemos lo que Carlos de Foucauld quiere expresar en la Oración de Abandono, y que es una puerta a la esperanza.


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Horeb Ekumene, enero 2024

Hagamos como nuestro Señor: levantémonos de madrugada, cuando todo está en calma a nuestro alrededor, cuando el silencio, las tinieblas, las sombras envuelven todavía la tierra y
a los hombres, y en medio de este recogimiento universal, de este sopor en que todo está sumergido, levantémonos, velemos para Dios, elevemos hacia él nuestros corazones y nuestras manos, derramemos nuestras almas a sus pies, y a esta hora en que la intimidad es tan secreta y suave, estemos a sus rodillas y gocemos íntimamente con nuestro Creador”. (Carlos de Foucauld)

Artículos

  • La Navidad, expresión de la ternura de Dios.
  • Una cumbre en el camino espiritual de Carlos de Foucauld.
  • Nadal Glo-Cal.
  • Un gaucho en la oscuridad.

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