Carta de Navidad 2023 a los hermanos del mundo. Eric LOZADA, responsable internacional

He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel.” (que significa Dios-con-nosotros). (Mateo 1:23)

La Navidad siempre ha sido esto: contemplar la visita de Dios a su pueblo”. (Papa Francisco)

Nací, nací para ti, nací en una cueva, en diciembre, en el frío, en una noche de invierno, en la pobreza y en la soledad, desconocida incluso para los más pobres. ¿Por qué nací de esta manera? Para que creas en mi amor, ya que mi amor por ti no conoce límites. Como tanto os he amado, poned en mí toda vuestra esperanza. Te enseño a amarme… Desde mi nacimiento me he mostrado a ti y me he puesto enteramente en tus manos. … has podido verme, abrazarme, oírme, servirme, consolarme…. No me entregué a ti sólo al nacer, por unos días o años, sino que me entregué en tus manos para siempre, hasta el fin de los tiempos. (Meditación del hermano Carlos sobre el belén)

Queridos hermanos,

¡Saludos navideños a todos!

¿Cómo celebras tú y tu comunidad la Navidad este año? ¿Hay formas nuevas y creativas en tu celebración respecto a la del año pasado? ¿Sigue siendo la Navidad la presencia gentil, tranquila y humilde del Emmanuel en nuestro mundo ocupado y ruidoso? ¿O le damos al mercado, al turismo y al entretenimiento la licencia para planificar nuestras celebraciones navideñas? Sería bueno echar un vistazo a nuestras celebraciones navideñas de este año frente a la realidad de nuestro mundo actual con todas sus luces y sombras. Me pregunto cómo celebran la Navidad este año las familias en Gaza, Ucrania, Haití o cualquier lugar y las personas que sufren malestar social, pobreza extrema y desplazamiento. ¿Está más cerca de ellos la realidad del sufrimiento que la de la alegría navideña? Echamos una mirada reflexiva a nuestro mundo y, al interpretar los signos, celebramos la Navidad de una manera más receptiva y apropiada.

¿Y qué pasa con la madre tierra? La Navidad no es sólo para el mundo humano sino para todo el universo, incluido el entorno ecológico que se ve radicalmente alterado por el misterio de Dios encarnado. Me pregunto cómo celebran la estación la hermana agua, el hermano viento, el hermano pájaro, el hermano bosque. ¿Las quejas sobre la contaminación, el cambio climático, el desequilibrio del ecosistema los privan de alegría navideña? Para nosotros que podemos estar en el lado brillante del mundo, ¿cuál sería nuestra respuesta a la invitación a celebrar el Emmanuel en medio del ruido atronador de la violencia, la codicia y la apatía hacia la vida en todas las formas de nuestro mundo de hoy?

El nacimiento virginal no es sólo una persona sino un camino. Justo en el suelo mismo de nuestra esterilidad, vulnerabilidad, impotencia como personas y entorno, aparecen en el horizonte rastros de nueva vida, pequeñas manifestaciones del Emmanuel irrumpen en nuestra conciencia para dar origen a nuevas iniciativas y sueños compartidos. Como personas de esperanza, echamos una mirada larga y amorosa al mundo tal como lo ve el Padre cuando le dio al mundo su Mesías en la primera Navidad. El mundo no estaba preparado. Tiene que nacer en la pobreza del pesebre, en la periferia del pueblo. No se trata de una ilusión sentimental o de un deus ex machina, sino de una llamada a un cambio radical y paradigmático para el nacimiento de un nuevo cielo y una nueva tierra.

La Navidad es una llamada a la soledad del corazón. La verdadera soledad es reconocer, nombrar y reivindicar nuestra pobreza, nuestro vacío que es también nuestro espacio ilimitado para los demás. En el centro mismo de nuestra soledad, encontramos al Emmanuel en todos los hombres y mujeres como hermanos y hermanas, no sólo nuestros amigos sino también aquellos que matan, mienten, torturan, violan y libran guerras. Se convierten en nuestra carne y nuestra sangre. Cuando nuestros corazones están llenos de la bondad del Emmanuel y vacíos de miedo, ira, indiferencia y codicia, “nos convertimos en un hogar acogedor para Dios y para toda nuestra familia humana en la tierra”. (Henri JM Nouwen)

Lo nuestro es esperar, pero no pasivamente sino activamente. Cuando esperamos, sabemos que lo que estamos esperando: está creciendo desde el suelo sobre el que nos encontramos. Esperamos con la convicción de que hace dos mil años se plantó una semilla y que algo ya ha comenzado. Estamos llamados a estar presentes en el Kairós de la Navidad con la certeza de que algo está pasando donde estamos y que queremos estar presentes en este momento sin las características externas de la temporada. Dios ha plantado generosamente la semilla de la divinidad en cada corazón humano y en nuestro mundo y esperamos con firme convicción y gozosa esperanza con María, que cantó: “Grandes cosas ha hecho el Todopoderoso y santo es su nombre”. Bienaventurados somos cuando vemos lo que Dios quiere que veamos en este gran tiempo de Navidad.

Algunos anuncios:

Hay un Mes de Nazaret organizado en Filipinas del 1 al 26 de julio de 2024 para angloparlantes. La tarifa de inscripción es de $400/participante.

Están en camino los preparativos para nuestra Asamblea Mundial en Lulunta, Argentina, en enero de 2025. En las próximas semanas, estaréis recibiendo cartas del equipo internacional para que veamos, reflexionemos, discernamos y caminemos juntos la dirección, el contenido y el proceso de la Asamblea Mundial. Asamblea.

Hermanos, os agradezco mucho vuestro hermoso testimonio y vuestra firme decisión de seguir más de cerca a Jesús tras las huellas del hermano Carlos. Que nuestra fiel práctica de la espiritualidad libere tanto nuestros corazones que el Emmanuel pueda hacer nacer en nosotros y en nuestro ministerio nuevos y fervorosos modos de encontrar los múltiples rostros de los pobres de hoy.

Con mi cariño fraterno,
Eric


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Carta de Eric, 15 mayo 2023

En el primer aniversario de la canonización del hermano Carlos de Foucauld

“Él (el hermano Carlos) entendió que Dios quería que estuviera satisfecho con despejar un camino para que otros pudieran plantar mejor. Pero sólo pensaba en términos de anunciar el Evangelio al pueblo del Sahara. No tenía idea de que Dios estaba trabajando a través de él para preparar un regalo para toda la Iglesia”. (Arzobispo de Marsella, Francia, predicando sobre el Hermano Carlos en las vísperas de su canonización)

Queridos hermanos,

¡¡¡Un cordial saludo fraterno a todos!!!

¿Cómo estás en este momento? ¿Cuáles son las experiencias significativas de alegría, crecimiento, transformación en tu vida personal, tus amistades con hermanos sacerdotes en tu diócesis, en tu ministerio en las periferias? ¿Cuáles son los espacios de desánimo, estancamiento y lucha? ¿Cómo te las arreglas? ¿A quién acudes para obtener apoyo? ¿Dónde estás siendo guiado por el Espíritu en tu determinación de ser un misionero gozoso de Cristo resucitado? ¿Cómo estás creciendo en la disciplina de la adoración diaria, la revisión de la vida, el día del desierto, la meditación del evangelio, la asistencia a la reunión mensual? ¿Cómo fortalecen estas prácticas espirituales tu compromiso con un llamado dentro de un llamado a ser un hermano universal, presencia amable, compañero contemplativo, predicador profético, discípulo misionero de Jesús de Nazaret siguiendo los pasos del hermano Carlos?

Humildemente les planteo estas preguntas. Las preguntas son como una brújula para el alma que busca lo Verdadero y lo Bueno en medio de los caminos complejos, diversos y confusos de nuestro mundo. Honestamente yo también me hago estas preguntas. Precisamente, en esta tensión, la gracia de Dios trabaja incondicionalmente para suavizar nuestros corazones. La clave es mantener la pregunta el tiempo suficiente hasta que nos despoje de todo lo que no es verdad y no es bueno en nosotros. La gente de Alcohólicos Anónimos tiene esto que decirnos: sigue volviendo a la práctica. No somos “súper” seres humanos que siempre vivimos de nuestro ideal. No, somos pastores heridos y débiles que, muy a menudo vivimos nuestras debilidades e insuficiencias, sin embargo, somos tan amados y estamos llamados a amar como el Maestro. Hermanos, tengo la ocasión de escribirles para celebrar el primer aniversario de la canonización del hermano Carlos. Fui testigo de la alegría y del júbilo del año pasado en la Plaza de San Pedro de Roma. Fue un Kairos no solo para nosotros, sino más aún, para la iglesia universal. Cuando su nombre fue anunciado al comienzo de la Eucaristía, se escucharon vítores alegres y fuertes aplausos de afirmación y gratitud a Dios por parte de la gente. Ahora, la misma alegría eufórica se vive en los actos concretos, pequeños pero decisivos, de testimonio profético en las periferias, inspirados en el mensaje contemporáneo del hermano Carlos. La llamada del sínodo sobre la sinodalidad nos invita a participar en un camino universal como compañeros peregrinos (no turistas), hermanos y hermanas todos, caminando uno al lado del otro, colaborando, discerniendo y escuchándonos unos a otros para descubrir donde el Espíritu está guiando nuestro mundo hoy. En el curso de nuestra preparación el año pasado, desde el Equipo Internacional le hemos preguntado: ¿cómo les ha impactado la canonización? Ahora, un año después, les pedimos algo más específico: ahora que el hermano Carlos ha sido reconocido como un regalo para la iglesia, ¿qué debemos hacer para compartir este don con otros que están perdidos, tibios, curiosos, simpatizantes pero que desean profundizar su espiritualidad? Al igual que el mandato de los apóstoles después de la resurrección de difundir la noticia de que Él está vivo, hemos sido llamados a pasar de ser demasiado introspectivos para ser más extrovertidos, a pisar territorios desconocidos, a partir del simple encuentro personal en la tumba de nuestras pérdidas, en el camino decepcionante de nuestro Emaús o en la fracción del pan con los pobres y los marginados. Fue el Espíritu de Cristo resucitado el que los impulsó a ser misioneros valientes, incansables y llenos de gozo. ¿Y nosotros? ¿Cuál es nuestra historia? ¿Cómo nos hemos entusiasmado en nuestra misión de transmitir el regalo? ¿Cómo podríamos iniciar encuentros personales con hermanos sacerdotes de nuestra diócesis con hermanos más allá de nuestra diócesis o país? ¿Cómo hacemos misión con las otras ramas de la Familia Espiritual en el espíritu de colaboración fraterna y corresponsabilidad por el don?

En Filipinas, nos hemos organizado con los demás miembros de la Familia Espiritual y estamos comprometidos a ser compañeros peregrinos, reconociendo nuestros dones únicos pero llamados a testimoniar la unidad, las amistades sociales, el compartir fraterno, la corresponsabilidad en el camino de toda la vida del discipulado misionero y la fidelidad al carisma del hermano Carlos.

¿Y ustedes y su fraternidad local, las fraternidades nacionales y continentales? ¿Dónde estás siendo guiado por el Espíritu? ¿Qué deben hacer ustedes? No podíamos simplemente sentarnos y operar detrás de nuestro pequeño mundo sin preocuparnos por la realidad más grande del Reino de Dios aquí y ahora.

Que la venida del Espíritu como lenguas de fuego encienda nuestros corazones al asumir la tarea de hacer nuestra misión como lo hizo el hermano Carlos. Aunque las cosas no siempre estaban claras para él a dónde ir y qué hacer, nunca se detuvo en la ambivalencia y la falta de entusiasmo. Más bien, su pasión por imitar el amor de Dios en Jesús de Nazaret lo consumió tanto que luchó incansablemente con cada condición humana que nos separa de Dios, de los pobres y de los demás.

¡¡San Carlos de Foucauld, ruega por nosotros!!

Con mucho amor y fuego,


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Carta de Navidad 2022 de nuestro hermano Eric

LA VISITA DE MARÍA A ISABEL
CARTA DE NAVIDAD A LOS HERMANOS DE TODO EL MUNDO

“Por lo tanto, el Señor mismo les dará una señal: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emmanuel” (Isaías 7:14).

“No es necesario enseñar a otros, curarlos o mejorarlos; Sólo es necesario vivir entre ellos, compartiendo la condición humana y estando presente entre ellos con amor”. (Hno. Carlos de Foucauld)

¡¡¡Queridos hermanos, los saludo a todos con gran alegría y paz, llena de esperanza, del Emmanuel!!!

¿Cómo estás? ¿Qué realidades y preocupaciones tienes en estos días? ¿Estás irradiando el mensaje de Navidad a las personas que te rodean: tus hermanos sacerdotes, tu obispo, los marginados de tu parroquia, tus vecinos más cercanos? ¿Estás prestando atención a tu salud física, mental, emocional y espiritual mientras realizas múltiples tareas en el trabajo ministerial? ¿Qué espacios estás creando en tu comunidad para que el Emmanuel entre en sus vidas? ¿Qué invitaciones del Espíritu están respondiendo para que puedan caminar juntos como comunidad sinodal? ¿Y cómo la vida y el carisma de nuestro querido hermano Carlos está marcando una diferencia en la forma en que vives tu llamada y en la calidad de tu respuesta a estas invitaciones? Estas son grandes preguntas que deseo contemplar con ustedes. Dejemos que nuestra vida en fraternidad y nuestro trabajo misionero se profundicen con las preguntas que tenemos.

Qué alegría escribirte una carta en este tiempo de Navidad. Más que una mera tradición en la Fraternidad, les escribo con el corazón de un hermano que anhela estar en comunión con ustedes y que tiene una gran admiración por toda su creatividad, fidelidad, trabajo duro y pasión por Jesús y el Evangelio siguiendo las huellas del hermano Carlos. Tengo presente sus historias y rostros, la de aquellos a quienes he conocido en persona y las de aquellos de ustedes de quienes he escuchado vivir Nazaret en las periferias. (Mientras escribo esta carta, me hablan del fallecimiento de dos hermanos mayores, Álvaro González de Chile y Antonino de las fraternidades de Madrid. Mientras lloramos sus pérdidas, igualmente nos regocijamos por dos de nuestros hermanos que regresan a la casa del Padre como fieles discípulos de Jesús. Que ahora disfruten de paz eterna).

NAVIDAD ES UN KAIROS

La Navidad es un “momento Kairós”, el momento más apropiado para dar una mirada larga y amorosa con nuevos ojos a toda la creación en diferentes niveles y formas -la comunidad humana, la ecología natural, la política, la economía, la cultura, la religión, las relaciones sociales-, a la luz del plan amoroso del Creador. A través del misterio del Dios encarnado, toda la creación, incluida la ecología natural, se transforma radicalmente como un lugar de encuentro con Dios. Los que solían ser opuestos radicales a los ojos del mundo ahora han creado puentes y están restaurados a su configuración original en el diseño de Dios. Todo ahora está en Dios. Todo pertenece a Dios. Después de todo, es un universo inclusivo.

Pero el mundo parece no estar listo para este Dios. Se insiste en un mundo donde Dios es superado y la humanidad crea un ídolo del yo, con puntos de vista, suposiciones e ideologías egoístas, autorreferenciales y delirantes. Esto se hizo prominente durante la pandemia. En la forma en que nos consideramos a nosotros mismos en relación con el otro, ya sea dentro de la familia, la comunidad parroquial o entre las naciones, usamos las máscaras de la desconfianza y el engaño ocultando la mentira de que el ego es el punto de referencia y el otro una entidad desechable. Con el mercado globalizado, todo se ha mercantilizado. A pesar de los beneficios de la tecnología y las redes sociales, éstos se han convertido en “fieles servidores” del mercado. Los pobres, incluida la Madre Tierra como un nuevo pobre, están pidiendo ayuda. El poder, la autoridad y la riqueza podrían usarse para restaurar, rehabilitar, servir y cuidar, pero parece que la codicia, la apatía y la indiferencia han ganado la partida. Ciegan la mente y adormecen el corazón para asumir responsabilidades. Entonces, es un mundo oscuro después de todo.

Precisamente, este era el espíritu de la Navidad original: el mundo no estaba listo (no hay espacio en la posada) así es que el Emmanuel tuvo que nacer en la periferia, en la noche muerta, tranquila, sin diversión. Esta es la sabiduría de la invitación del Papa Francisco para que vayamos a las periferias y encontremos a Dios allí. Solo necesitamos pedirle al Espíritu que nos dé nuevos ojos para captar las señales, por muy ordinarias e insignificantes que pueden ser, pero que son dones de Dios que nos guían a una nueva luz. En nuestras lecturas de las Escrituras en la Misa, hemos estado escuchando historias de personalidades insignificantes como los caminos del Emmanuel. Todos parecen estar enfrentando dilemas morales: en su esterilidad, ¿dónde está la luz? Al seguir su propio plan, ¿dónde está el plan divino? En su soledad, impotencia, miedo, vergüenza, ¿dónde está la salida? Precisamente, en estos mismos momentos, Dios decide venir y vivir entre nosotros.

LOS PEQUEÑOS CAMINOS DEL EMMANUEL.

El único camino que el Emmanuel eligió para venir al mundo parece ser el de la gente común de las periferias, que enfrentan realidades de sufrimiento y dolor y que luchan por hacer una elección fundamental, entre la esperanza y la desesperación, entre la violencia y la paz, entre la oscuridad y la luz, por Dios o contra Él. El Espíritu a través de un ángel tiene que cubrirlos para liberarlos de todo lo que los hace no libres para que puedan someterse libremente al plan divino que es más grande. Cuando en nuestras vidas y ministerios, elegimos colaborar con otros en vez de ser autosuficientes, escuchar al otro más que hablar de nosotros mismos, cuidar a otros en vez de encapsularnos a nosotros mismos en nuestra propia comodidad, comprender al otro pacientemente en lugar de insistir en que seamos comprendidos, servir en lugar de ser servidos, nos convertimos en pequeños caminos del Emmanuel presente en nuestro mundo; un momento, una persona a la vez. Lo nuestro es poco y pequeño, una elección diaria que hacer, pero precisamente se convierte en el camino sagrado del Emmanuel cuando lo hacemos muy bien. El hermano Charles es nuestro icono de esperanza. El Papa Francisco lo ha reconocido en Fratelli Tutti como nuestro camino hacia el diálogo y la fraternidad universal. Lo nuestro es hacer nuestra práctica diaria y mensual de la espiritualidad con resolución y acción decidida para que nos convirtamos en signos gozosos del Emmanuel en nuestro mundo de hoy.

Así que, regocíjense, queridos hermanos, la Navidad es, después de todo, un tiempo de buenas nuevas y esperanza.

Aquí hay un camino para nosotros para que podamos profundizar nuestra práctica y devoción al Hno. Carlos, especialmente ahora que su vida y carisma han sido reconocidos por la Iglesia universal. Después de la canonización, recibí del dicasterio 20 reliquias del Hno. Carlos a través del obispo John MacWilliams del Sahara. Estas reliquias están disponibles para nosotros. Nosotros, desde el equipo internacional, deseamos llevárselas por mano después de que hayan escrito una carta de solicitud dirigida a ericlozada@yahoo.com. Se les entregará por orden de llegada. El único requisito es que ustedes organicen una devoción pública a su honor, especialmente en seminarios y parroquias que llevan el nombre del Hno. Carlos. Muchas gracias.

Que el Emmanuel nos capacite para captar los signos de nuestro tiempo, escuchar sus invitaciones en oración y discernimiento y actuar sobre ellos en colaboración con el pueblo de Dios como caminos para que el Emmanuel se haga presente en nuestro mundo de hoy.

Con mi amor y abrazo fraterno.

Eric, su hermano-siervo.

Navidad 2022

PDF: Carta de Navidad 2022 de nuestro hermano Eric

Carta de Pascua 2022. Eric LOZADA

CARTA DE PASCUA A LOS HERMANOS DEL MUNDO

“DE LAS TUMBAS ABIERTAS A LOS NUEVOS CAMINOS DE ESPERANZA”

“Me hiciste pasar por muchas angustias, pero de nuevo me darás la vida,
Me harás subir de lo profundo de la tierra” (Sal 71, 20)

“¡Despierten y griten de alegría los que yacen en el polvo!
Porque tu rocío es un rocío de luz, y la tierra dará vida a las sombras” (Is. 26,19)

“Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán,
Unos para la vida eterna y otros para la ignominia, para el horror eterno” (Dan 12,2).

Como dice el Cardenal Luis Antonio Tagle en uno de sus libros, “somos gente de Pascua”. La realidad de la Pascua nos recuerda que, en medio de la violencia, hay en el mundo de hoy una realidad mucho más grande de paz. Esto no es una especie de fórmula mágica sino una conciencia que se expande y se profundiza y que brota de las profundidades de la tierra desbordándose en cada realidad de nuestro mundo.

La forma de aproximarse hacia esta realidad pascual es ver la humanidad y el mundo a través del lente de Dios, quien resucitó a Jesús de entre los muertos. En Dios, el universo entero está naciendo con la alegría de una vida nueva en Cristo Resucitado, a pesar de todo aquello que trata de sabotear esta vida.

Nosotros caminamos como gente de esperanza, maduros hijos de la luz aun cuando la muerte y la oscuridad parecen ser lo predominante en la realidad de hoy. Continuamos siendo embajadores de esperanza en medio de las realidades de la guerra y de la violencia en Ucrania, Myanmar, Haití y Afganistán, en medio de la pobreza y de la desigualdad en los países de África y Asia, en medio de la destrucción ecológica que pone una pesada carga en los sectores más pobres de la población, en medio de la crisis económica, de las revueltas políticas en que las personas tratan de eliminarse unas a otras, en medio de la pandemia que gravemente afecta a los vulnerables y a los pobres a lo largo del globo. La lista continúa.

La esperanza de vida nueva en Cristo Resucitado es un antídoto contra las actitudes que prevalecen frente a la oscura realidad de hoy, como por ejemplo negar o escapar a la realidad; o estar demasiado enredado en nuestra oscura realidad que llegamos a ser prisioneros de una triste y absoluta impotencia; o hacer todo lo posible para sobrevivir, pensando solo en nuestro bien personal sin mirar el bien común y el cuidado de nuestra Casa Común.

La esperanza no es volarse sino caminar a través del oscuro túnel de la realidad con un salto de confianza en el Dador de Vida y Luz, el Dios que está siempre más adelante y más allá. La esperanza es una entrega amorosa a la verdad de que la muerte no es la última palabra de todo, aun cuando el mal parezca tener la superioridad. El desafío de la esperanza hoy día es construir fraternidades de esperanza, gente que camina junta, que se miran unos a otros de manera positiva, que se escuchan unos a otros con respeto y que disciernen donde la humanidad se ha convertido en parte del problema en vez de ser parte de la solución de las enfermedades de nuestro mundo. Como gente de esperanza, caminamos juntos con nuestros hermanos y hermanas hacia el sueño que Dios tiene para nuestro mundo en Cristo Resucitado. Los esfuerzos individuales no bastan. Nuestro mundo hoy está gimiendo por un nuevo orden mundial compartido por todos, enraizado en el mansaje pascual de la esperanza.

Pero primero es lo primero. Ante todo, reconozcamos juntos donde están las tumbas que Dios en Cristo Resucitado, está dispuesto a abrir con nosotros y a través de nosotros. Guerras abiertas, pobreza, destrucción del medio ambiente, migraciones, división mundial, son síntomas de mala voluntad enterrados en las tumbas de los corazones humanos. Codicia, indiferencia, violencia, resentimiento, odio son disposiciones humanas basadas en la falta de respeto, la desconfianza, la distorsión de los valores, la ceguera ante la bondad del otro y del mundo. Estas disposiciones se convierten en actitudes mentales que fomentan estructuras de violencia, injusticia, abuso de poder que nublan la mente e insensibilizan el corazón de los individuos que están dentro del sistema. Colectivamente, se convierten en una cultura donde la no-verdad se convierte en verdad y la oscuridad se convierte en luz de una manera muy distorsionada. La esperanza tiene su raíz en la firme convicción que solo Dios en Cristo Resucitado puede abrir nuestras tumbas y transformar nuestra mala voluntad en buena voluntad. Dejados a nosotros mismos, somos demasiado ciegos, heridos, quebrados e indefensos.

De esta manera, esperamos juntos como hermanos y hermanas de camino. Partiendo por nuestras fraternidades locales, fieles a nuestras prácticas espirituales de revisión de vida, día de desierto, adoración, reunión de fraternidad, regalamos esperanza a nuestro mundo. Nosotros dialogamos y discernimos juntos a dónde el Espíritu nos está conduciendo, personalmente, comunitariamente, globalmente. Ninguno permanece solo. Cada escucha personal es una escucha global. Pero la acción es principalmente la de Dios en Cristo Resucitado. Lo nuestro es escuchar en profundidad y cooperar con la acción salvadora y reparadora de Dios en nuestro hermoso mundo.

La acción de esperanza se enraíza en el regalo de la pasión de Jesús (de la palabra latina passio, que significa no-actividad). Jesús salva el mundo primariamente desde su pasividad en la cruz más que desde su actividad de sanación y predicación. Cuando nosotros nos sentimos golpeados, mal comprendidos, humillados, sin control, maltratados en nuestro ofrecimiento de amor y bondad a los otros, estamos sufriendo nuestra pasión como amantes de la humanidad. Aquí y solo aquí, somos invitados a colocar la pregunta moral: ¿cómo responderemos al mal? ¿Qué tipo de vida estamos dispuestos a dar a nuestro mundo? ¿la que no perdona o la que perdona? ¿enojada o serena? ¿resentida o amorosa? Solamente cuando Jesús libremente ofrece su perdón a la humanidad que rechaza su ofrecimiento de amor, el Padre le da una vida nueva.

Somos invitados a ser mensajeros de esta vida nueva a nuestro mundo herido, violento y fragmentado. Nosotros mantenemos al mismo tiempo nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestra indiferencia y nuestro cuidado, nuestros miedos y nuestra disponibilidad para ser enviados. Que nuestro hermano universal, San Carlos de Foucauld, continúe inspirándonos y acompañándonos en nuestro deseo de gritar el Evangelio con nuestras vidas. Que este reconocimiento de su santidad sea un impulso para nuestra Iglesia que se está imaginando a sí misma como hermana de todos, misionera hacia las periferias y profeta del diálogo y del cuidado de nuestra Casa Común.

Eric Lozada
Responsable Internacional

(Original: Inglés; Traducción al español: Fernando Tapia)
Pascua 2022

PDF: 22-04-17, CARTA DE PASCUA 2022, esp., Eric Lozada

Carta de Cuaresma 2021 a todos los hermanos del mundo. Eric LOZADA

Pero ahora, declara Yahvé, vuelve a mí con todo tu corazón, ayunando, llorando y lamentándote. Rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos, y volved a Yahvé, vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, lento para la ira, rico en amor fiel, y se arrepiente de infligir desastres. (Joel 2,12-13)

Todos nosotros, cuando fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte. Por nuestro bautismo en su muerte, fuimos sepultados con él, para que así como Cristo resucitó de entre los muertos por el poder glorioso del Padre, nosotros también debemos comenzar a vivir una nueva vida … [ ] nuestro yo anterior fue crucificado con él … [ ] y ahora la vida que vive es la vida con Dios. De la misma manera, debéis verse a vosotros mismos como muertos al pecado pero vivos para Dios en Cristo Jesús. (Romanos 6,3-11)

¡Saludos a todos vosotros mis queridos hermanos!

Mientras os escribo, os tengo presentes y las complicadas realidades que cada uno de vosotros enfrenta debido a esta crisis global. Parece que la pandemia nos está revelando nuestras fortalezas y nuestras debilidades, en las relaciones personales, nacionales y globales, en los ámbitos económico, político y religioso. La pandemia es un momento de gran revelación, como dice el P. Richard ROHR y como parece dar a entender el Papa Francisco mientras se involucra en una reconstrucción sistemática de nuestras estructuras globales en Fratelli Tutti. No deseo agregar nada a su magnífico trabajo. Más bien pretendo situar nuestra celebración de la Cuaresma con lo que la pandemia revela y enseña a nuestro mundo. Me gustaría visualizar la celebración de la Cuaresma como un viaje en espiral descendente: cuanto más nos adentramos, más vemos lo que se esconde en los corazones humanos y en las subculturas de nuestro mundo que nos retienen como rehenes en la mazmorra del pecado, el miedo, la indiferencia, violencia. Si todos emprendemos este viaje juntos con honestidad y firme resolución, llegaremos al fondo del que se originan todas las mentiras del pecado, los engaños y distorsiones de este mundo. Éste es nuestro sepulcro con Cristo, como dice San Pablo, donde nuestro hombre viejo es sepultado con Cristo para que el Padre pueda dar a luz una nueva vida en nosotros en Cristo. Es mi esperanza que al final de nuestro viaje de Cuaresma de 40 días a través de la Pascua, como los apóstoles después de la resurrección, todos caminemos con renovada alegría y coraje clamando el mensaje del amor y el gozo de Dios para nuestro mundo.

Nuestro viaje comienza con lo que propone el profeta Joel: “Vuelve”, “vuélvete a Dios con todo tu corazón”. Comenzamos el viaje con una pregunta: ¿De quién soy? ¿A quién se dirige el mundo? Si echamos una mirada larga y amorosa al mundo y a nosotros mismos, parece que el mundo, nosotros, tenemos muchos dioses falsos (manifiestos u ocultos) a los que adoramos, atendemos, damos todo nuestro tiempo y energía. Nuestra sociedad adictiva parece tener formas de idolatría profundamente arraigadas, reemplazando al verdadero Dios de nuestro más profundo anhelo por los falsos dioses de la vida superficial. Por eso, el Profeta recomienda ayunar, llorar y lamentar.

Necesitamos ayunar de lo que alimentamos nuestras mentes y corazones todos los días que son tóxicos y no provienen de los valores del Evangelio. Necesitamos llorar por la violencia, la injusticia, la indiferencia, la codicia de este mundo porque, de manera muy sutil, hemos estado operando bajo su hechizo. Lamentamos los errores del pasado y aprendemos a no repetirlos. San Pablo llama a esto un bautismo en Cristo, que es también un bautismo en su muerte. Nuestro bautismo es nuestra iniciación y nuestra comunión en el Misterio Pascual. ¿A qué estamos dispuestos a morir por Jesús y el Evangelio? Necesitamos dar nombre a nuestra muerte. Y en la pasividad de nuestra muerte en Cristo, la obra redentora del Padre en nosotros y en nuestro mundo nos restaura a la vida original de gracia.

Cuando morimos conscientemente al viejo yo, el yo que está esclavizado por el pecado, nos volvemos libres y vacíos de nosotros mismos, pero vivimos plena y auténticamente en la nueva vida de Cristo y en Cristo

Y así, queridos hermanos, que todos nos comprometamos en este viaje de la esclavitud a la libertad, del miedo a la confianza, de la oscuridad a la luz, del pecado a la gracia. Que este camino sea nuestro humilde pero sincero regalo a las personas que se nos han confiado y a nuestro mundo angustiado, fragmentado y violento.
Permitidme expresar también mi profundo agradecimiento por vuestro humilde testimonio del Evangelio y el celoso cuidado por los pobres en los propios lugares de trabajo, especialmente en este momento de la pandemia. Mi agradecimiento a nuestros hermanos que escribieron los cinco textos y a los traductores de esos textos. Tenían el propósito de prepararnos espiritualmente para la canonización del hermano Carlos. Permítaseme invitar a quienes no hayan leído y reflexionado sobre esos textos a acceder a ellos en nuestra página www.iesuscaritas.org . Y para aquellos que lo han hecho, continuad volviendo a estos textos.

Complementando nuestro viaje de Cuaresma, pensé en introducir el proceso de renovación. En mi correspondencia con el cardenal STELLA de la Congregación para el Clero, me ha estado planteando importantes preguntas sobre cómo somos en términos de nuestra fidelidad al carisma del hermano Carlos y cómo estamos creciendo en misión como sacerdotes diocesanos inspirados por su espiritualidad. De estas conversaciones nace la idea de elaborar una encuesta global. En lugar de responder a estas preguntas solo, pensé en todos nosotros juntos en una aventura de encontrar y recuperar nuestras preciosas gemas que pueden estar ocultas para nosotros, pero que continúan inspirándonos. Propongo un proceso en dos fases.

La primera fase se centrará más en los hechos. Aquí, hago una llamada a los hermanos responsables locales, nacionales o regionales y continentales para que realicen la obra principal. Vosotros, hermanos responsables locales, debéis proporcionarnos datos de vuestra fraternidad local sobre cuántos son los miembros regulares y otra información importante. Cuando llegue el formulario de la encuesta, leedlo detenidamente. Tened en cuenta que los datos que está proporcionando a nuestra fraternidad global sean ciertos. Una nota sobre los miembros regulares. Son hermanos que han estado asistiendo regularmente a la reunión mensual durante al menos un año o se han estado conectando digitalmente con vosotros o con alguno de los hermanos de la fraternidad local. Si el hermano está en un lugar remoto pero se conecta regularmente, aún podría ser un miembro regular. Hermanos que están interesados en nuestra espiritualidad pero que no pudieron comprometerse a asistir regularmente a las reuniones o mantener correspondencia regular, se les llama “simpatizantes”. La clave es el compromiso. El formulario de la encuesta vendrá del su responsable nacional o del país. Hay un plazo de dos semanas para que llenéis el formulario y lo devolváis a vuestro responsable nacional o regional. Os agradezco sinceramente vuestra generosidad.

La segunda fase será unos meses o un año después. El proceso será más una revisión comunitaria de nuestras vidas sobre cómo estamos creciendo en términos de nuestra fidelidad al carisma del hermano Carlos y cómo estamos creciendo en nuestro celo misionero como sacerdotes diocesanos inspirados por el hermano Carlos.

Muchas gracias, queridos hermanos. Por favor, sabed que continúo teniendo a vuestro continente y a vuestro país en mi oración. Tened la bondad de sostenerme también en vuestra oración. Eso necesito.

Con gozo fraterno,

Eric LOZADA, responsable internacional

Dumaguete, Filipinas, febrero 2021

PDF: Carta de Cuaresma 2021 de Eric. esp

Carta de Pentecostés 2020, Eric LOZADA

“¡Ven Espíritu Santo, envía el resplandor celestial de tu luz! Ven, Padre de los pobres, Ven dador de los dones, Ven luz del corazón, el más grande Consolador, dulce huésped del alma, llena lo más profundo del corazón de tus fieles, limpia lo que es inmundo, riega lo que está seco, sana lo que está herido, dobla lo que es rígido, calienta lo que está frío, corrige lo que se extravía” ( de Veni Sancti Spiritus)

Queridos hermanos,
rezo con ustedes esta oración al Espíritu Santo con la más grande intimidad y concentración. El virus corona nos está obligando a todos a detenernos y dar una prolongada y evaluativa mirada a lo que ha sucedido local y globalmente, que nos ha llevado a donde estamos ahora, en orden a que el Espíritu pueda guiarnos por caminos nuevos y creativos. La pandemia nos está enseñando que nuestro mundo necesita renovación o de lo contrario todos vamos a perecer. Nuestra consideración por cada persona humana, y por los sistemas operativos en la familia, comunidades de barrio, escuela, iglesias, religiones, política, economía, tecnología, medios de comunicación social, nuestro cuidado por la Madre Tierra, todo necesita ser refundado en principios más universales, inclusivos, equitativos, menos enjuiciadores, desfavorables, para que crezcamos nuevamente como una civilización del amor y de la vida.

Nosotros acogemos de nuevo el Espíritu en Pentecostés, pero de alguna manera olvidamos que el Espíritu estaba aquí desde el principio, según el Génesis (Gen 1,2). El movimiento del Espíritu ha sido siempre traer orden en medio del caos, dar vida, llevarnos a la verdad completa, enseñarnos todo lo que necesitamos saber (ver Jn 16,13). Sin embargo, el mismo Espíritu sopla donde quiere y no podemos saber de dónde viene y a dónde va (Jn 3,8). Nuestra teologización, nuestro pensamiento y nuestra calculada planificación no pueden ni predecir ni inhibir el camino del Espíritu. El siempre nos sorprende, ampliando nuestra visión y liberando más y más nuestros corazones de todos los obstáculos, de tal manera que seamos libres para Dios en nuestro mundo. Así como no podemos ver el aire o el silencio, el Espíritu Santo renueva nuestro mundo de formas que están más allá de nuestra vista. Nosotros simplemente tenemos que estar presentes a su Presencia en cada momento.

Nuestro mundo, incluyendo la Madre Tierra, está en crisis de nacimiento acerca de cómo es el futuro después de la pandemia. La gran mística Juliana de Norwich, en su 13ª visión lo dice: “Todo estará bien y todo tipo de cosas estarán bien”. Ella explica esto para decirnos que estemos alegres en toda circunstancia, aún en las adversas, porque finalmente todas las cosas se arreglarán en Cristo. Necesitamos ser cuidadosos acerca de la manera cómo recibimos este mensaje. ¿Significa esto que nosotros simplemente doblamos nuestras manos y dejamos todo a Dios? ¿Es esta una especie de teología suave que promete el maná del cielo en medio de nuestro sufrimiento?

La pandemia nos está enseñando a esperar. Esperar es nuestra capacidad de confiar el futuro en las manos de un Dios amoroso. Esperar no es algo blando. Esperar es una lucha. Luchamos porque pareciera que el mal, la tiranía, la violencia, el miedo y la muerte son más dominantes que la bondad, la paz, la unidad, el amor, la vida. La respuesta de Dios al mal está escondida en el Cristo Resucitado. El nunca rescató a su Hijo en el momento crucial del sufrimiento, pero finalmente lo validó con una vida nueva, después de haber pasado por el desamparo, el miedo, la violencia, la muerte. Dios finalmente nos reivindicará y mostrará al mundo y a todos sus sistemas cuan equivocado estaban en muchas maneras (cf Jn 16,8).

Pero nosotros necesitamos decidir. ¿Frente al mal y al sufrimiento, permitiremos que nuestros corazones sean dominados por el miedo, la desesperanza, la indiferencia, la amargura, la rabia, la desilusión, o seremos más abiertos, receptivos, amorosos, perdonadores y dadores de vida? El Espíritu renueva nuestro mundo y toda la creación de manera paciente, amable y humilde. Estamos invitados a no interponernos en su camino sino a proceder con la agenda de Dios para nuestro mundo.

Entonces, ¿qué es lo que nosotros tenemos que hacer? ¿Cuáles son las posibilidades y desafíos que se nos ofrecen y que necesitamos atender con renovado valor y esperanza? Alguien dijo una vez: “hoy día no necesitamos hombres grandes con corazones pequeños sino hombres pequeños con corazones grandes porque sólo lo poco y lo pequeño puede pasar a través del ojo de la aguja”. Pequeños actos de bondad hechos con corazones comprometidos y extravagantes. Nuestra nueva normalidad hoy día es un imperativo de volver a lo básico de una vida según el Evangelio, las obras de misericordia corporales y espirituales.

Nuestro propio Hermano Carlos nos ha dejado una espiritualidad: imita a Jesús en Nazaret, busca el último lugar, vive sencillamente, haz el apostolado de la bondad con una persona a la vez, se hermano y amigo de cada persona sin mirar su color, credo o estatus, se cercano a los pobres. El Papa Francisco nos está urgiendo a ir a las periferias, ser anunciadores de la alegría del Evangelio, salvaguardar a los menores y adultos vulnerables, comprometernos en la formación permanente, proteger a la Madre Tierra, nuestro hogar común. También necesitamos volver con nuevo entusiasmo a los elementos básicos de nuestra práctica espiritual: adoración diaria, meditación diaria del Evangelio, revisión de vida, día mensual de desierto, encuentros de fraternidad. Renovamos nuestra fidelidad a estas prácticas no para perfeccionarnos a nosotros mismos sino para tener una mayor responsabilidad con el don recibido y permitir que sus frutos fluyan hacia otros infinitamente, hasta que Dios sea glorificado en sus propias vidas.

Hermanos, en este tiempo de pandemia, recibimos un especial regalo de nuestra Madre Iglesia: declarar santo al Hermano Carlos. Junto con los demás miembros de nuestra familia espiritual, incluidos aquéllos que se han inspirado en el Hermano Carlos, pero no han sido miembros “canonizados” de nuestra familia espiritual, agradecemos al Espíritu por este don. Esperamos y rezamos para que la vida, el mensaje, las intuiciones, y el legado del Hermano Carlos puedan hacerse más disponibles y sean una inspiración para mucha gente, según el Espíritu lo desee. También por nosotros mismos, rezamos por una mayor resolución para dar testimonio con nuestras vidas y ministerio de aquello por lo cual el Hermano Carlos vivió.

Termino mi Carta con la oración colecta de la Misa de hoy: “Padre, santifica tu Iglesia extendida por todo pueblo y nación, y derrama los dones de tu Santo Espíritu por toda la faz de la tierra”.

Muchísimas gracias. Continuamos teniéndonos unos a otros y a nuestro mundo en la oración. Por favor, recen también por mí.

Su hermano y servidor Responsable,
Eric LOZADA

Filipinas, 31 de mayo de 2020

PDF: Carta de Pentecostés del responsable general a los hermanos, Eric LOZADA, Pentec 2020, esp

Carta de Pascua 2020 a todos los hermanos alrededor del mundo. Eric LOZADA

Filipinas, 12 de abril de 2020

“Estoy resucitado, y todavía estoy con ustedes, aleluya” (cf. Ps 139:18)

Amados hermanos,

les escribo desde mi ermita, tal como muchos de ustedes, en cuarentena. Este enclaustramiento impuesto es una excelente invitación para la adoración diaria, la meditación del Evangelio, el día de desierto, la revisión de vida, orando por el mundo, especialmente por los pobres, con fidelidad, intensidad y concentración. Una vida de soledad y de oración de calidad es nuestro humilde acto de caridad para nuestro mundo en pandemia.

Mirando a través de mi ventana estoy observando signos de vida nueva en la naturaleza. Aquí está seco y húmedo pero los pájaros están tocando y cantando su único repertorio de canciones, las mariposas están volando suavemente de flor en flor buscando néctar, los árboles se ven verdes y dan sombra a pesar del golpeante calor. Es asombroso como la naturaleza tiene su propia forma de anunciar la Resurrección. Sin preocupaciones y en completo abandono en Dios que los cuida.

Se supone que nosotros los humanos, somos de una especie superior por nuestra razón, pero ésta ha expulsado sistemáticamente nuestra confianza en Dios en el día a día y confiamos más en nuestro pensar egoísta. Este mismo pensar ha sido la causa de la violencia, el odio y la desconfianza. La Resurrección está ofreciéndonos perdón, amor y confianza. El mundo tiene que elegir.

Estamos en cuarentena hasta el 3 de mayo, pero a los sacerdotes se les ha dado salvoconductos para las labores litúrgicas y caritativas. Los he estado usando cada día para visitar las personas que me han invitado a acompañar los moribundos y a las familias en sus pérdidas, para facilitar los diálogos en familia, dar alimento y dinero a los que han perdido sus trabajos. Alguien me ha movido para estar con la gente en su desamparo, especialmente porque no podían ir a la Iglesia y orar. La Presencia llevada con mi presencia es un bálsamo que los conforta.

Al mismo tiempo, he sido extremadamente cuidadoso en seguir los protocolos de higiene y distanciamiento para no hacer más daño a la comunidad. Esta mañana, mi amigo Lemuel vino a mi ermita con mucha hambre, ojeroso, pidiendo alimento para sus 4 famélicos hijos. Lemuel quedó sin trabajo. Al pasarle algunas cosas, me sentí bendecido por su alegría, pero también sentí la incertidumbre en sus ojos.

Después de la oración, esta mañana di una larga y amorosa mirada al mapa colocado en mi pared. Mis ojos se fijaron en los 4 continentes: África, Europa, Asia y las Américas. El virus es ciertamente un gran igualador para los países ricos y pobres ya que todos están sufriendo la misma suerte. Veo rostros de doctores, enfermeras, pacientes y sus familias, preocupados, temerosos y, sin embargo, luchando por la vida.

(Mientras escribo esto, me han informado que mi hermana que trabaja como enfermera en los Estados Unidos ha sido diagnosticada como COVID positivo. Su familia está ahora en riesgo).

El mundo está sufriendo su pasión. Veo rostros de desamparo, preocupación, miedo, tristeza, odio y violencia por todas partes, con múltiples disfraces. Me pregunto: ¿Cuál es el mensaje de Cristo Resucitado para nuestro mundo hoy? ¿A qué nos está invitando Dios a ver? ¿Hacia dónde nos está guiando? ¿Significa la Resurrección que El nos va a rescatar de todo esto? ¿Cuál es la respuesta de Dios a su pueblo en pandemia? ¿Cómo debe ser oído el apacible mensaje de la Resurrección en medio de las abrumadoras noticias de muerte, sufrimiento y conflicto? ¿Dónde está la senda de la esperanza y de vida nueva en nuestros difíciles tiempos?

Hermanos, por favor, sufran conmigo estas preguntas. Yo los necesito, nos necesitamos unos a otros, la gente nos necesita. La Resurrección no es una alegría barata ni dulces palabras sonoras para rescatarnos de nuestro sufrimiento. Tenemos que forzar nuestros oídos y estirar nuestros corazones para oír el Mensaje. Luchamos con Dios por respuestas, aún si su respuesta está escondida en su silencio.

Encuentro que la lectura del relato de la Resurrección en la versión de Juan este año, es un Kairós. Algunos detalles de la versión de Juan podrían ayudarnos a ver y oír el Mensaje. Como no soy especialista en hermenéutica bíblica, confío en una reflexión orante del texto. Por favor, sean generosos si suena ingenuo.

Permítanme puntualizar tres cosas.

Primero: Juan habla de que la Resurrección ocurrió “el primer día de la semana cuando todavía estaba oscuro” (Jn 20, 1a). La Resurrección irrumpe de los cimientos de nuestra humanidad y del mundo, en la oscuridad de lo desconocido. Esto nos recuerda el Génesis cuando el mundo estaba oscuro y sin forma y el Espíritu se cernía sobre las aguas oscuras. Entonces dijo Dios: “Que haya luz y hubo luz” (Gen 1,2-3).

Hoy el mundo está en la oscuridad de la pandemia. El futuro parece aún más oscuro para muchos. ¿Cómo se recuperarán los negocios, el gobierno, el pueblo? ¿Es nuestra planificación estratégica, nuestros pronósticos optimistas de encontrar curación, una luz suficiente para darnos un futuro brillante? En medio de la oscuridad total, donde los cimientos del mundo parecen ser sacudidos, estalla la luz de Cristo. ¿Podemos ver? Ver no proviene de nuestra lógica humana porque ésta es fácilmente derrotada por la oscuridad. La luz viene del Cristo Resucitado. ¿Viene Dios a rescatarnos de este mal? En absoluto, porque el mal hace lo que hace. Dios redime. El, en última instancia, reivindica la virtud, la bondad y la fidelidad mientras pasamos por el mal y por el sufrimiento, tal como lo hizo con Jesús. Dios y Cristo Resucitado no controlan, en definitiva, el mal y la muerte. Este es nuestro credo. Simplemente tenemos que confiar en su verdad y vivirla en el día a día.

Segundo: Juan enfatiza que lo primero que vio María Magdalena fue la tumba abierta (Jn 20, 1b). Ella estaba triste porque todavía no podía vincular la tumba abierta con la Resurrección. Fue solamente después que lloró que vio al Resucitado (Jn 20, 11 y ss). Esta es una invitación a nosotros para ver nuestra realidad a través del suave lente de lo femenino: en la tristeza y en las lágrimas. Ambas preparan el corazón para ver de verdad. Hay muchas cosas por las cuales estamos tristes en nuestra realidad de hoy. Estamos llorando porque de una forma o de otra, somos parte de este mundo herido, roto y violento y, en muchos sentidos, hemos contribuido a su violencia y heridas.

Finalmente, María informa a Pedro y Juan de lo que vio. Pedro y Juan lo vieron por sí mismos. Pedro vio. Juan vio y creyó. Ellos dos todavía no entendían el significado de la Resurrección (cf Jn 20, 2-9). Este detalle nos invita a que, en orden a experimentar una vida nueva, necesitamos acercarnos unos a otros y caminar juntos como una comunidad de buscadores de la verdad.

Nuestra realidad es una visión compartida y nadie monopoliza el todo ni absolutiza su parte del todo. Cada uno contribuye. Cada uno cree que el otro tiene algo que aportar. La verdad nos humilla porque en lugar de poseerla, ella nos posee a nosotros. Siempre está más allá de nosotros. Por lo tanto, necesitamos el aporte del otro. La verdad es un don gratuito revelado a una vibrante comunidad de peregrinos que busca con esperanza. Es triste decirlo, en nuestro mundo posmoderno, el poder se confunde con la verdad. Así, uno se vuelve arrogante con su parte y absolutiza su parte como si fuera la verdad total. Esta es la misma mentalidad que crea guerra y violencia. La Resurrección ofrece paz y perdón. Necesitamos elegir.

Hermanos, continuamos compartiendo nuestra búsqueda de la verdad en el Señor Resucitado hoy, tanto en la soledad de nuestra oración como en nuestros compromisos fraternos y misioneros. El Hno. Carlos está mostrándonos el sendero y también caminando con nosotros en nuestro anhelo de seguir a Jesús de Nazaret, de ser hermano de todos, vivir Nazaret, estar presente con los pobres, revisar nuestras vidas, gritar el Evangelio con nuestras vidas, oler a oveja en nuestra misión en las periferias, vivir el Evangelio antes de predicar.

Esta es nuestra espiritualidad como sacerdotes diocesanos en las huellas del Hno. Carlos. Este es nuestro regalo a nuestro mundo y a nuestra Iglesia hoy. Como regalo es inmerecido, pero necesitamos constantemente reajustar el regalo a través de la práctica. En esto, todos somos principiantes y compañeros de lucha, pero juntos, nos animamos unos a otros para estar este tiempo volviendo a nuestra práctica.

Mi humilde oración por cada uno de ustedes. Por favor, recen también por mí.

Eric LOZADA

(Traducción de Fernando TAPIA)

PDF: Carta de Pascua 2020, Eric LOZADA, hermano responsable, esp

Carta de Eric. Nuestro hermano Mariano PUGA

16 de marzo 2020

“Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos,
Ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi morada como tienda de pastores.
Como un tejedor enrollaba yo mi vida y me cortan la trama” (Is 38, 11-12)

“Existe una buena muerte. Somos responsables de la forma en que morimos. Tenemos que elegir entre aferrarnos a la vida de tal manera que la muerte se convierta en nada más que un fracaso, o dejar ir la vida en libertad para que podamos ser entregados a los demás como una fuente de esperanza “. (Henri Nouwen, La vida del amado).

Amados hermanos,

sintiendo profundamente tanto gratitud por el don como tristeza por la pérdida, les anuncio el paso de nuestro gran hermano, querido amigo e ícono viviente de nuestra fraternidad, MARIANO PUGA CONCHA de Santiago, Chile. El falleció el pasado 14 de marzo de 2020, a la edad de 88 años. Murió de cáncer linfático.

Permítanme hacer honor a la hermandad de alma que tuvimos con Mariano con las siguientes líneas. Mi primer encuentro con él fue en la Asamblea General de El Cairo en el año 2000. Antes de su elección como Responsable General, su presencia en la Asamblea fue como un virus que nos contaminaba con alegría y risas con su delicioso canto acompañado de acordeón. Poco sabía yo que esas canciones eran de los barrios bajos de Santiago; muy jovial y empoderado y nunca deprimido. Era como un trovador cantando con sus pulmones y corazón los sueños y aspiraciones de su gente de Santiago. Su espíritu impetuoso y su música llena de alegria me cautivaron.

Mi segundo encuentro fue en los Estados Unidos en 2002. El estaba visitando a la fraternidad de los Estados Unidos, mientras yo estaba en mi año sabático. El fallecido Howard Caulkins, otro querido amigo, me propuso que, si yo iba con él a la asamblea del país en Minnesota, él me llevaría a la Abadía Mepkin donde yo haría mi año sabático como huésped del monasterio. De hecho, viajamos juntos y ahí me encontré con Mariano de nuevo. Muy fácilmente nos reconectamos, alma con alma, en una forma profundamente personal e íntima. Yo estaba compartiendo con él mi crisis con la Iglesia, con mis demonios personales y con Dios y nunca me he sentido tan escuchado. El simplemente me abrazó firmemente como un hermano mayor confortando a un hermano más joven, con lágrimas en sus ojos, sintiendo mi dolor. Después me sonrió con estas sosegadas palabras, “todo estará bien”. Nos separamos con la promesa de tenernos uno al otro presente en la oración, yo para la Abadía y él para Tammanraset.

Mi encuentro más reciente con él fue el año pasado en Cebú durante la Asamblea General. A sus 88 años, viajar a través del globo, tuvo un alto precio para él. Fue hospitalizado dos veces y en ambas ocasiones yo estuve con él. Su sabiduría me llamaba a salir de la tumba de mis pretensiones y compartir testimonios personales. Fácilmente nos reconectamos, hermano a hermano, valorando cada una de nuestras historias, en la sala de emergencia (donde él estuvo 5 horas), después dentro de su habitación (la cual él vehementemente resistía porque quería estar en la sala común con la gente pobre), hasta muy tarde. Entonces, con una sonrisa en su rostro, me susurró, “la Asamblea ha terminado y yo podría ahora irme a casa”. Volví a casa esa noche, muy humillado pero muy enriquecido por este conmovedor intercambio, nuestra revisión de vida, la cual para Mariano está en el corazón de cualquier asamblea de hermanos.

Permítanme también compartir algunas líneas que Fernando Tapia me escribió acerca de Mariano: “Mariano fue un apasionado buscador de Dios y un enamorado de Jesús de Nazaret. Su encuentro con él a través de los pobres de un basural cambió su vida para siempre. El lo dejó todo y entró al Seminario. Aquí encontró a Carlos de Foucauld y siguió su espiritualidad hasta el final de su vida. Fue Padre Espiritual y formador en el Seminario de Santiago. Después se transformó en sacerdote obrero por más de 30 años, compartiendo la vida de los pobres. Siempre vivió entre ellos. Fue su pastor, su defensor durante el tiempo de la dictadura militar de Pinochet, sufriendo la prisión 7 veces. Promovió una Iglesia comprometida con los pobres. Predicó muchos retiros en Chile y fuera de Chile. Fue un hombre de oración, alegre, cercano a todos, amigo de creyentes y no creyentes, un misionero en las periferias de la sociedad chilena, siguiendo las huellas del Hermano Carlos. El Evangelio fue su guía, el cual él deseaba gritar con su propia vida”.

Mariano, hermano, amigo, muchísimas gracias. Gracias por tu loco testimonio de un Dios loco en Jesús de Nazaret. Comparto la gratitud y la pena de los pobres de Santiago, a quienes tú has tocado con tu testimonio. Que Jesús, el Buen Pastor, te reciba para siempre en tu nueva morada, ésa que El prepara para aquéllos que son fieles.

Hermanos, yo rezo con Mariano para que, en nuestras reuniones y asamblea, continuemos arriesgándonos a compartir unos con otros nuestra pobreza y vulnerabilidad. Es nuestra pobreza la que nos une, nos cualifica y nos libera como hermanos en fraternidad. Es también el trampolín para nuestra misión entre los pobres, como dijimos en Cebú. Sea también nuestra humilde pero firme resolución para compartir la vida misionera de Jesús de Nazaret con los pobres, siguiendo las huellas del Hermano Carlos.

Con mi abrazo fraterno,

Eric LOZADA

PDF: Carta de Eric. Nuestro hermano Mariano PUGA, esp

Carta de Navidad del responsable general, 1 de enero 2020

“Un niño nos ha nacido, y un Hijo se nos ha dado” (Isaías 9,5)

Amados hermanos,

siento mucho que esta carta de Navidad llegue a ustedes como un mensaje de año nuevo. Se debe a que, en este momento en nuestra diócesis, me han pedido hacer un par de ministerios muy sensibles que a veces me hace perder el equilibrio. Forcejeando con el mal y todas sus complejas sombras que dañan personas, relaciones e instituciones como la Iglesia, repetidamente lucho para sumirme en las manos del Dios amoroso buscando luz, paz interior y amor. Pero a veces, me siento triste, enojado y desvalido. Y así, por la gracia de Dios, estoy aquí, mejor tarde que nunca. Permítanme abrazarlos con cálidos saludos de alegría en sus fraternidades locales, en sus diócesis, países y fraternidades continentales. Aunque todavía muchos de ustedes están sin rostro para mí, continúo susurrando cada uno de sus nombres ante el Amado (Gracias a nuestro directorio que necesita, sin embargo, ser puesto al día). El año pasado, tuve el privilegio de encontrarme con hermanos de Haití, República Dominicana, del Sudeste de los Estados Unidos, Corea del Sur y Myanmar. De una manera especial, el encuentro con la Asociación de la Familia Espiritual de Carlos de Foucauld en Haití en abril pasado, ha cimentado y expandido mi conocimiento de la Espiritualidad y de la Tradición. Gracias, hermanos y hermanas por la acogedora bienvenida, por los fraternos intercambios y el testimonio humilde.

Me gustaría empezar por la primera pregunta que Yahvé hace a Adán en el Génesis: ¿dónde estás? Yo me hago periódicamente esta pregunta justamente para chequear cuán fundamentado estoy en mi realidad. La realidad no es realmente mía sino la realidad de Dios en mí y en el mundo y cuán libre o no libre estoy yo respondiendo a ella. Adán no fue libre, estaba temeroso de su desnudez, escondiéndose de Dios, culpable de su pecado. Sin saberlo, él actuaba desde la distorsión que lo alienaba de Dios y de su verdad. Desde Adán salió una humanidad “agrietada”. Sin embargo, el profeta Isaías profetizó la venida del nuevo Adán: “Dará un vástago el tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu del Señor…” (Isaías 11, 1). Hay una nueva humanidad nacida de un árbol cortado de sus raíces – una humanidad no retenida por el mal sino “divinizada”, restaurada en su bondad original. La grieta está todavía ahí pero no más como un obstáculo, sino como la única apertura para que la corriente de la gracia de Dios pueda entrar. Y así, rezamos, “Oh Dios…concédenos que podamos compartir la divinidad de Cristo, quien se humilló a sí mismo para compartir nuestra humanidad” (Oración colecta, Misa de Navidad).

El Papa Francisco nos ha facilitado mirar de nuevo la escena de la natividad con su carta apostólica “Admirabilis Signum”. El signo más admirable es que el humilde Niño Dios se confío a sí mismo en las manos de una humanidad rota. Mientras la mayoría de la humanidad no estaba lista, los pastores, los animales y el pesebre estaban listos. Ellos representan a la humanidad que recibe a Dios en su más baja pobreza, quebrantamiento, imperfección, suciedad y por este acto radical de auto-donación, nosotros llegamos a ser lo que recibimos. Esto es pura iniciativa divina. El “pesebre” de nuestros corazones, endurecidos y desgarrados por el mal en todas sus formas, tanto estructural, como personal, cuando se coloca ante Dios llega a ser un humilde pero profético espacio para el encuentro, el diálogo, la sanación y la hospitalidad con los muchos rostros ocultos del Emmanuel hoy.

Permítanme traer al cuadro al Hno. Carlos, su vida impetuosa, su conducta radical, su energía incansable, sus cartas apasionadas. El gastó toda su vida tratando de cimentarse a sí mismo en el Misterio de la Encarnación. “Señor, si tú existes, permíteme conocerte”. Él fue un grito por un conocimiento experiencial de Dios. El luchó con el Misterio. Y a través de los suaves y pacientes caminos de Dios, Él lo condujo a una respuesta liberadora al amor de Dios que perdona. Una nueva profundización del Misterio lo hizo decir estas palabras: “mi camino es siempre buscar el último lugar, ser tan pequeño como mi maestro, caminar con él paso a paso como un discípulo fiel. Mi vida es vivir con mi Dios, quien vivió este camino toda su vida y quien me ha dado un verdadero ejemplo desde su nacimiento”. Jesús no hizo otra cosa sino bajar y esto marcó permanentemente al Hno. Carlos. La radical pequeñez de Dios en la Encarnación fructificó en una vida de más abajamiento en la radical humildad de Dios en Nazaret. Belén y Nazaret, son dos misterios fundacionales de Dios revelados en la vida de Jesús que cuando los comprendemos correctamente, tras las huellas del Hno. Carlos, nuestras vidas, nuestra forma de llevar a cabo la misión como sacerdotes diocesanos y la forma en que vemos el mundo, cambia para siempre.

Delante del Misterio, quisiera invitarlos a contemplar las complejas realidades de nuestras fraternidades a nivel local, nacional, regional e internacional, de nuestras diócesis, de nuestra Iglesia y de nuestro mundo. Nosotros ya hemos visto algunas de ellas en Cebú, pero es necesario verlas con nuevos ojos y responder con nuevo entusiasmo y esperanza. El modesto y humilde Dios de Nazaret puede tener sutiles invitaciones para nosotros en estas realidades.

En la reunión de abril de casi 20 miembros de la Asociación, aprendimos que Haití es un país pobre pero rico en fe. Nuestros Hermanitos y Hermanitas de la Encarnación tienen una presencia muy profética y muy concreta en la vida de los haitianos, en agricultura, educación, programas de subsistencia y servicios sociales. Sin embargo, la corrupción en el sistema político está haciendo que todavía el país esté en el oscuro túnel de la pobreza, incertidumbre y desorden. (En este momento la situación está empeorando). Los Padres Jonas Cenor y Charles Louis Jean, anteriormente Hermanitos de la Encarnación, empezaron una fraternidad con 3 hermanos en 2015. El P. Fernando Tapia los visitó e invitó al Encuentro Pan-americano en 2017. Con ocasionales visitas del P. Abraham Apolinario, ellos continúan buscando posibilidades para encontrarse regularmente. El problema no es solo la distancia; es más que eso, el clima político está haciendo peligroso el viajar. ¿A qué está invitándonos Dios?

Nuestra pertenencia a la Asociación es un regalo. Siento un temor reverencial al ver como el Hno. Carlos ha inspirado tantos carismas y tanto trabajo misionero en la Iglesia y algunos están todavía empezando. Sin embargo, no podemos dejar de lado las tensiones que trae esta diversidad. Pero estas tensiones podrían ser generadoras de vida cuando son vistas en la agenda más grande del Reino. Todos estamos invitados una y otra vez a beber del mismo Espíritu, de manera tal que todos juntos podamos caminar en armonía. Por lo mismo, la Asociación nos está pidiendo un compromiso más activo en términos de correspondencia y participación en los encuentros. Yo tengo dificultades con el francés, así es que he invitado al P. Matías Keil para que nos represente.

La fraternidad en Santo Domingo y en Santiago es muy viva, pero está envejeciendo. El Obispo emérito, Rafael Felipe, es un miembro pionero y su presencia y testimonio de vida es como un faro tanto para el clero como para los seminaristas de Beni. Él ha estado introduciendo la fraternidad entre los seminaristas y ha predicado un par de retiros sacerdotales sobre la Fraternidad. El P. Lorenzo, un sacerdote muy dinámico de una parroquia pequeña, vive en una comunidad semi-monástica de sacerdotes, hermanas y seminaristas. El P. Angel Marcano, sin embargo, hace la pregunta que todavía busca respuesta: ¿por qué después de 30 años no hemos crecido? ¿A qué está Dios invitándonos?

En mayo, tuve el privilegio de participar en el 40° aniversario de la ordenación sacerdotal del P. Jerry Reagan, en Toybee Island, Georgia, Estados Unidos. Su casa parroquial es una casa de fraternidad donde los sacerdotes pueden venir y quedarse en la noche. El conduce dos horas cada mes para encontrarse con sus hermanos en Augusta, incluyendo al P. Peter Clarke quien tiene ya 91 años. Comenzando con la adoración, después revisión de vida y, terminando con un ágape, sus reuniones han sido muy regulares e íntimas, de tal manera que cuando un hermano decide irse, deja frágil a la fraternidad. Sin miembros nuevos, la fraternidad es aún más vulnerable.

La fraternidad en Corea del Sur es joven y vibrante. El P. Paul, quien vivió en Tamanrasset por algún tiempo, comenzó la fraternidad en 1994 con el P. Philip Yoon y se han agregado mayoritariamente pastores jóvenes. El cristianismo en Corea en muy único porque se asienta en el fundamento de la sangre de miles de mártires que mayoritariamente son laicos. Los hermanos contribuyen con su dinero personal para sostener una casa donde ellos pueden encontrarse para su reunión mensual. Como muchos, ellos luchan con el día de desierto, la revisión de vida y el inglés.

Viendo a los Padres Eugene y Matthew y cómo ellos viven, la fraternidad de Myanmar tiene un rostro ascético. La religión budista mayoritaria, que se nota por la presencia de pagodas por todas partes y por el uso de zapatillas (no zapatos), hace naturalmente simple la vida en Myanmar. Sin embargo, preguntando a un sacerdote que no pertenece a Iesus Caritas acerca de su percepción de la fraternidad, su respuesta me perturbó, “No puedo ser honesto con mi respuesta delante de ellos”. ¿Cuál es el rostro que muestra la fraternidad? ¿A qué está Dios invitándonos? Los hermanos luchan, sin embargo, para encontrar tiempos regulares para sus reuniones, para el día de desierto y para la revisión de vida.

El Cardenal Benjamín Stella, prefecto de la Congregación para el Clero en Roma, me ha escrito una carta a través del P. Aurelio, expresando su profunda cercanía con nosotros y que podamos “vivir de nuevo y con alegría nuestra misión de acuerdo a los principios orientadores” del Santo Padre. El, sin embargo, explica detalladamente algunos desafíos concretos: que tomemos en serio el Mes de Nazaret, que nuestra fidelidad a los medios de crecimiento espiritual ad intra es un requisito necesario para una auténtica misión ad extra, que nuestro salir hacia las periferias necesita ser acompañado por nuestra conversión permanente en orden a dar fruto. El equipo internacional ha programado encontrarse con el Cardenal en Roma en Julio de este año.

En nuestra reunión de equipo en octubre pasado, nosotros, sus hermanos del equipo internacional hemos discernido un sendero principal que necesitamos tomar. Entrenaremos un equipo de sacerdotes itinerantes que presentarán la Semana de Fraternidad (inspirada en el modelo de Brasil), a los seminaristas de 4° año de teología, a sacerdotes jóvenes e incluso tenerla disponible como retiro anual para sacerdotes. Necesitamos escribir a los ordinarios locales y estaremos empezando esta arriesgada empresa en Asia.

Finalmente, mi gratitud por la perspicacia financiera y el trabajo duro de nuestros dos Matías: el P. Matías Keil de Austria, nuestro tesorero general, y al P. Matías Fobe de Alemania, nuestro consultor financiero. Tenemos ahora una nueva cuenta bancaria bajo dos firmas: la del P. Matías Keil y la mía. Hablando de finanzas, el equipo internacional ha acordado que los hermanos que necesitan ayuda para participar en el Mes o en reuniones en el extranjero, necesitan primero ser apoyados por las fraternidades locales y del país y solo entonces se le pedirá ayuda al fondo internacional, después de la debida consulta al responsable continental. Esto es para detener la sub-cultura de tener derechos y usar la fraternidad como un pasaporte para viajar al extranjero.

Hermanos, Navidad es un tiempo oportuno para dar a luz. Nos movemos hacia adelante en el año nuevo, mirando hacia atrás al Padre que nos dio a Jesús. Nosotros también necesitamos dar a luz nuestra simplicidad de vida, nuestra alegría de ser, nuestra humildad y nuestra amorosa compasión hacia los pobres. Uno al lado del otro, juntos como hermanos y amigos, caminamos en la fe no en la visión, para nuestra permanente configuración con la vida y ministerio de Jesús, inspirados por el Hno. Carlos y para nuestro vivificante trabajo misionero con el amado pueblo de Dios.

Bondadosamente ofrezcan una oración por mí, su ineficiente hermano responsable.

Con mi abrazo fraterno,

Eric Lozada.

PDF: Carta del Navidad del responsable general, 1 enero 2020, esp