Horeb Ekumene, 370, Hiroshima: encuentro de religiones por la Paz

Del 9 al 11 de julio se celebró en Hiroshima el evento » AI Ethics for Peace «, con el objetivo de promover el desarrollo ético de la inteligencia artificial. El encuentro, organizado por la Pontificia Academia para la Vida y otras instituciones religiosas, reunió a líderes religiosos de todo el mundo para discutir cómo la tecnología puede fomentar la paz y la reconciliación entre
los pueblos . Uno de los puntos destacados será la firma del Rome Call , un documento que subraya la importancia de un enfoque multirreligioso en la ética de la IA.


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Horeb Ekumene 369, Francisco y los luteranos

El Papa recibió en audiencia a una delegación de la Federación Luterana Mundial. En su discurso, hizo referencia al próximo Jubileo y al aniversario del Concilio de Nicea: «Jesucristo es el corazón del ecumenismo». El recuerdo al teólogo ortodoxo Ioannis Zizioulas, fallecido en 2023.

La esperanza es el hilo que teje el discurso del Papa Francisco, dirigido esta mañana, 20 de junio, a la delegación de la Federación Luterana Mundial (FLM), recibida en audiencia en el Palacio Apostólico. Encabezaban el grupo el nuevo presidente, el obispo Henrik Stubkjær, elegido en 2023, y la secretaria general, la reverenda Anne Burghardt. Recientemente, del 13 al 18 de junio, la FLM celebró su Consejo en Chavannes, a las afueras de Ginebra (Suiza), sobre el tema «Abunden en la esperanza», tomado de un pasaje del apóstol Pablo (Rom 15,3).


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Horeb Ekumene, nº 368: Confianza en Dios y en el hombre

En el cristianismo (y en el judaísmo), la confianza básica de los niños es una metáfora de la relación del hombre con Dios. En el judaísmo y el cristianismo, la oración no es otra cosa que el cultivo del diálogo con Dios como acción de gracias, alabanza y también lamento o queja. La persona orante busca y encuentra repetidamente refugio en Dios, a quien invoca en tiempos de necesidad y en quien confía en las situaciones más adversas de la vida. En su discurso de clausura del Concilio Vaticano II, el 7 de diciembre de 1965, el Papa Pablo VI exhortó a la Iglesia a tener «confianza en el hombre». «Pablo VI decía también que hay que conocer a Dios «para conocer al hombre, al hombre verdadero, al hombre íntegro» y reconocer en él el rostro de Cristo (Mt 25,40). Y añadía: «para amar a Dios, hay que amar al hombre».


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Horeb Ekumene 367. La esperanza no defrauda.

«Spes non confundit», «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5). Bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma. La esperanza también constituye el mensaje central del próximo Jubileo, que según una antigua tradición el Papa convoca cada veinticinco años. Pienso en todos los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo y en cuantos, no pudiendo venir a la ciudad de los apóstoles Pedro y Pablo, lo celebrarán en las Iglesias particulares. Que pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, «puerta» de salvación (cf. Jn 10,7.9); con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como «nuestra esperanza» (1 Tm 1,1).


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Horeb Ekumene, n°366

ALIENTO DE VIDA

Los hebreos se hacían una idea muy bella y real del misterio de la vida. Así describe la creación del hombre un viejo relato, muchos siglos anterior a Cristo: «El Señor Dios modeló al hombre del barro de la tierra. Luego sopló en su nariz aliento de vida. Y así el hombre se convirtió en un [ser] viviente».

Es lo que dice la experiencia. El ser humano es barro. En cualquier momento se puede desmoronar. ¿Cómo caminar con pies de barro? ¿Cómo mirar la vida con ojos de barro? ¿Cómo amar con corazón de barro? Sin embargo, este barro ¡vive! En su interior hay un aliento que le hace vivir. Es el Aliento de Dios. Su Espíritu vivificador.

Al final de su evangelio, Juan ha descrito una escena grandiosa. Es el momento culminante de Jesús resucitado. Según su relato, el nacimiento de la Iglesia es una «nueva creación». Al enviar a sus discípulos, Jesús «sopla su aliento sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo».

Sin el Espíritu de Jesús, la Iglesia es barro sin vida: una comunidad incapaz de introducir esperanza, consuelo y vida en el mundo. Puede pronunciar palabras sublimes sin comunicar el aliento de Dios a los corazones. Puede hablar con seguridad y firmeza sin afianzar la fe de las personas. ¿De dónde va a sacar esperanza si no es del aliento de Jesús? ¿Cómo va a defenderse de la muerte sin el Espíritu del Resucitado?

Sin el Espíritu creador de Jesús podemos terminar viviendo en una Iglesia que se cierra a toda renovación: no está permitido soñar en grandes novedades; lo más seguro es una religión estática y controlada, que cambie lo menos posible; lo que hemos recibido de otros tiempos es también lo mejor para los nuestros; nuestras generaciones han de celebrar su fe vacilante con el lenguaje y los ritos de hace muchos siglos. Los caminos están marcados. No hay que preguntarse por qué.

¿Cómo no gritar con fuerza: «¡Ven, Espíritu Santo! Ven a tu Iglesia. Ven a liberarnos del miedo, la mediocridad y la falta de fe en tu fuerza creadora»? No hemos de mirar a otros. Hemos de abrir cada uno nuestro propio corazón. José Antonio Pagola.


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