Vivir momentos difíciles de la vida: los enfermos y ancianos. Lluís SIMÓN PASCUAL

Acompañamiento en los momentos difíciles de la vida, desde una mirada de Carlos de Foucauld

Lluís SIMÓN PASCUAL

1.- Situación del que sufre:

Humana: El sufrimiento provoca muchísimas repercusiones a nivel humano. Fragilidad, vulnerabilidad, resignación, sentimientos de culpa, situación económica, familiar o social complicada.

Espiritual: Que puede provocar el sufrimiento en la relación con Dios? Siempre provoca alguna reacción. Rebeldia, desesperación, sentimientos de culpa ….

DIMENSION POSITIVA DE LA ENFERMEDAD: Misterio con el cual nos encontramos, que intentamos vivir sanamente, darle la vuelta, transformarlo. Es realmente difícil.

Martín Descalzo: “Su encuentro con la enfermedad no fue fácil. Cuando le informaron de la gravedad pasó su noche oscura, pero pudo su forma de ver la vida, su coraje y su fe, para superar aquella angustia. Pensó cosas positivas: podían robarle la salud, pero no la alegría; si no se amargaba, nada ni nadie podría hacerlo (…) El dolor le ha hecho sufrir, pero no ha causado daño en su alma. Ha sido un nuevo reto, un obstáculo que le ha obligado a saltar más lejos.

El decía que la enfermedad le cambió, le hizo mucho más humano. Se consideraba un poco radical y la enfermedad le hizo valorar mucho más la amistad, la cordialidad con la gente. Dedicaba mucho tiempo a cosas secundarias, pero cambió su escala de valores dando a cada cosa su importancia. Cuando la enfermedad sacude al hombre, éste ya no puede seguir engañándose a uno mismo. Se ve con claridad qué eras y quien eres. Redescubrió el valor de la vida, podó las prisas, valoró más lo sencillo, lo humilde, el alejarse de la vida mundana y poco evangélica. Aprendió a aceptarse a sí mismo y que el amor sólo con amor su paga. Que su dolor no sólo era fecundo para él, sino también para otros, para el mundo.

En la enfermedad ha tenido un conocimiento más íntimo de Dios, ha sentido más cercana la paternidad de Dios, que no le ha fallado en ningún momento. A Dios le pide fuerzas para soportar esto, pero no le pide que se lo quite. Le pide que le ayude a llevarla con alegría, que la haga fructificar, que no la estropee con su egoísmo o su necesidad de cariño. Solo la gracia de Dios ha podido mantenerle alegre en estos últimos años.

Acompañar al que sufre es ayudarlo a pasar del negativo al positivo, hasta aquí.

Ante esto, ACOMPAÑAR: ¿COMO?

1.- Jesús: Modelo de actuación: ¿cómo actuaba?

Nosotros tenemos un modelo de actuación. Cuando no sabemos qué decir, o como actuar, fijarnos en Jesús.

Qué hace? Es curioso, pero en todo el Evangelio no da ni una sola respuesta o explicación al problema del mal. Ni una.

Ahora bien, hace de toda su vida una lucha contra el mal y contra el sufrimiento. Pasó por el mundo haciendo el bien, liberando todos los oprimidos por el mal.

Lluc 4, 14-21: Isaías: libertad a los cautivos, luz a los ciegos, desatar cadenas.

2.- Ayudar a descubrir Jesús: No sólo modelo, sino presencia de Cristo por su Espíritu.

El Espíritu ya está. Nosotros no llevamos Jesús, sino que el acompañamiento es ayudar a descubrir su presencia, que Él ya está.

ASPECTOS QUE SE DESPRENDEN DE LA ACTUACIÓN DE JESÚS:

1) Importancia de la tarea en el mundo del sufrimiento:

– Importancia cualitativa y cuantitativa en la acción de Jesús.

– Plataforma evangelizadora privilegiada en los tiempos actuales.

2) Separación parte religiosa o espiritual de la parte humana: Pienso que no hay de haber separación entre *lo que es humano y el que es espiritual, religioso: En esto puede haber un gran peligro: Que los cristianos lo separáramos y dijéramos: Los problemas humanos ya los tratarán otros, a nosotros nos afecta la parte espiritual.

En el hospital te das cuenta que todo va unido, y que seguramente, en aquello más profundamente humano, llevado a la plenitud, es donde hay la dimensión verdaderamente espiritual.

3) No explicación teórica, no tópicos: Jesús. Peligro: buscar respuestas teóricas, argumentos racionales que hemos aprendido, pero que no nacen de una experiencia personal de vida.

Por lo tanto, las palabras que se puedan decir, que no tienen que ser muchas, solo tendrán bastante si venden de una autenticidad, de que te crees y vivos aquello que dices. Que a pesar de nuestras miserias, uno intente que haya una unidad o una armonía entre el que piensas, el que dices y el que haces.

4) Insuficiencia de la palabra/ Insuficiencia de la acción: Se transmite aquello que uno es, y no tanto el que se llama o el que se hace. Misterio de la presencia.

“Cuando se quiere convertir una alma, no hace falta predicar; el mejor mediano no es hacerle sermones, sino testimoniarle que se el aprecio”. (C. de Foucauld)

“Predicar el evangelio en silencio”, “ser un evangelio viviente”, “proclamar el evangelio con su vida”. (C. de Foucauld)

Gandhi: “Los cristianos no necesitaríais predicar, tendríais que ser como la rosa, que difunde su fragancia allá donde es, sin necesidad de hacer nada.”

ACTITUDES BÁSICAS Y FUNDAMENTALES EN LA RELACIÓN CON EL QUE SUFRE (CON JESÚS COMO MODELO)

A) GRATUIDAD

Esencial en el mundo de hoy, en que todo se compra y se vende, en que todo se hace por una contraprestación.

Mis últimos recesos de diaconado y de sacerdocio me han mostrado que esta vida de Nazaret, mi vocación, hace falta que la dirija no a la Tierra Santa tan estimada, sino entre las almas más enfermas, las ovejas más abandonadas”. (C. de Foucauld)

Yo no soy el sembrador: yo preparo la tierra, otros sembrarán, otros cosecharán (…), Dios sabe cuando, quizás de aquí en muchos siglos”. (C. de Foucauld)

B) COMPRENSIÓN (POSARSE EN LA PIEL DEL /DEL otro)

Escuchar aquello que no se escucha, observar aquello que no se ve. Captar el que el enfermo desea. Aportarle el que desea y necesita, y no el que nosotros queremos y deseamos.

Discurso del Papa en Filipinas:

Quiero hablaros desde el corazón. Presten ustedes atención: ella, hoy, ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras: necesitó decirlas con lágrimas. Así que cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres. Yo te agradezco Johna, que hayas expresado tan valientemente tu experiencia. Como dije recién, el núcleo de tu pregunta casi no tiene respuesta. Solamente cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que vos viviste, podemos entender y expresar algo. La gran pregunta para todos, ¿por qué sufren los niños?

¿Por qué sufren los niños? Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta, y a llorar, podemos entender algo. Existe una compasión mundana, que no nos sirve para nada. Vos hablaste algo de eso… Una compasión que a lo más nos lleva a meter la mano en el bolsillo y dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión hubiera pasado, curado a tres o cuatro, y se hubiera vuelto al Padre. Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas.

Queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados… pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades, no sabemos llorar. Solamente ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpios por las lágrimas.

Os invito a que cada uno se pregunte: ¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abusado o usado por la sociedad como esclavo? ¿O mi llanto es un llanto caprichoso del que llora porque le gustaría tener algo más? Esto es lo primero que yo quisiera decirles: aprendamos a llorar como ella nos enseñó hoy.

No olvidemos este testimonio: la gran pregunta, ¿por qué sufren los niños?, la hizo llorando. Y la gran respuesta que podemos hacer todos nosotros es aprender a llorar. Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por el amigo muerto, lloró en su corazón por esa familia que había perdido a su hija, lloró en su corazón cuando vio esa pobre madre viuda que venía de enterrar a su hijo, se conmovió en su corazón cuando vio a la multitud como ovejas sin pastor. ¡Si vos no aprendés a llorar, no sos un buen cristiano!

Y este es un desafío. Johna, su compañera que habló hoy, nos ha planteado este desafío. Y cuando nos hagan la pregunta, ¿por qué sufren los niños, por qué sucede esto o esto otro trágico en la vida?, que nuestra respuesta sea o el silencio, o la palabra que nace de las lágrimas. Sean valientes, no tengan miedo a llorar.

Creo que no hay ninguna palabra del Evangelio que haya producido en mí una más profunda impresión y haya transformado más mi vida que esta: Todo el que haceis a uno de estos pequeños, es a mí que me lo hacéis. Si se piensa que estas palabras son de la Verdad increada, las de la boca que ha dicho: Esto es mi cuerpo…esta es mi sangre…, con qué fuerza uno es llevado a buscar y estimar Jesús en estos “pequeños”, estos pecadores, estos pobres, aportando todos sus medios espirituales para la conversión de las almas, todos sus medios materiales para el alivio de las miserias temporales”. (C. de Foucauld).

C) ACEPTACIÓN INCONDICIONAL

Aceptar a la persona tal como es. Creer de verdad que cada persona es única, que cada persona es un tesoro.

Si miramos y nos fijamos persona a persona, veremos que cada una tiene una dignidad inigualable, cada persona es como una perla preciosa. La aceptación y lo afecto cura, cura, hace renacer la esperanza y el sentido.

Tagore: “El que quiere hacer el bien, tiene que llamar a la puerta. El que ama, la encuentra siempre abierta.

D) AUTENTICIDAD- COHERENCIA: TRABAJO INTERIOR

Para irradiar, para que la presencia tenga fuerza, solo hay un camino, previo: estar despiertos, abiertos, en camino.

Cada cual desde su dimensión: Que haya un trabajo interior, una vida cristiana y espiritual viva. La intención, el interés, el esfuerzo: la plegaria, los sacramentos y la actitud de apertura, de investigación.

Por lo tanto, las palabras que se puedan decir, solo tendrán bastante si venden de una autenticidad, de que te crees y vivos aquello que dices. Que a pesar de nuestras debilidades y defectos, uno intente que haya una unidad o una armonía entre lo que piensas, lo que dices y lo que haces.

Se hace el bien, no en la medida de lo que uno dice y de lo que uno hace, sino en la medida de aquello que es, en la medida de la gracia que acompaña nuestros actos, en la medida en qué Jesús vive en nosotros, en la medida en que nuestras acciones son acciones de Jesús, que actúa en nosotros y por nosotros.” (C. de Foucauld)

Hay otro teólogo, *Olegario González de *Cardedal, que lo dice muy bien: Dice: “La vida nos pone a todos, antes o después, ante los bordes de la existencia, ante las llamadas cuestiones-límite, que reclaman inexorablemente una respuesta si no queremos quedar aturdidos, desorientados y, con ella, degradados. Y si el cristiano no está familiarizado por el estudio, la oración y la maduración personal con estos abismos de la existencia humana, cuando se encuentre ante dramáticas situaciones concretas, no tendrá una palabra verdadera, porque, de entrada, no ofrecerá la confianza para hablar de estas cuestiones. El cristiano tiene que oir primero a Dios, y comprender con ellos, y padecer con ellos, para poder decir luego una palabra de consuelo al abatido. Tal compasión y compadecimiento de lo que le pasa al prójimo son el primer paso de la redención.

La autenticidad y la coherencia no se improvisa, requiere un trabajo personal. “Estamos en este mundo para hacer que se rediman los aspectos oscuros en nosotros y en los demás. Solamente el amor logrará hacerlos desaparecer. Cuando un ser humano recibe amor podrá ir admitiéndolos cada vez más, logrando así su redención. Quien recorre este camino no lo hace únicamente para sí, sino también para otros. Si alguien desea ayudar a otros en este proceso de redención deberá irradiar mucho amor. Se equivoca el que cree que podrá colaborar con su ayuda en la redención del prójimo sin someterse él mismo intensamente al proceso de redención. Todo hombre irradia lo que es. La irradiación toca al hombre por dentro, a nivel de la contemplación: allí se da la verdadera redención. Todo trabajo con seres humanos, trátese de curación de almas u obras caritativas y sociales, depende en sus resultados más de la purificación propia que de la diversidad de actividades” (F. Jalics)

Libro sobre San Francisco de Asís (Exilio y ternura) “Sí, decía que no es nada altivo. Todos pueden hablarle, sin pretensiones, sin formalismos. Rápidamente te hace sentir bien. Escucha. Es extraordinario como escucha. Se interesa por ti, por tus trabajos, pequeños y grandes, tanto feos como bonitos, como si fueses su amigo de siempre. Nada de lo que te toca de cerca o de lejos le es indiferente. Y al seguir tu pequeña historia, retira suavemente la espina de tu corazón. ¡Qué respeto por los seres! Estoy impresionado.

(…) Escúchame, amigo: empiezo a ser mayor. Pues bien, no te miento si digo que hasta ahora nadie se había interesado por mí de esta manera, sin segundas intenciones. (…) Me he fijado que, para él, cada persona merece consideración. No desprecia a nadie. Debe comprender muchas cosas. Allí donde nosotros, habitualmente, no vemos más que vicio y maldad, él descubre una angustia secreta, una fuente de bondad ignorada: ve alguien a quien salvar. En resumen, es un hombre bueno, profundamente bueno. Y la cosa más maravillosa es que, a su contacto, un poco de esta bondad pasa, a su vez, hacia nosotros. El corazón se vuelve menos amargo. Y esto lo cambia todo. ¿Lo comprendes?” (Eloi Leclerc)

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