Fernando TAPIA, Chile: retiro de Adviento 2015

ARZOBISPADO DE SANTIAGO, CHILE
DEPTO. DE ESPIRITUALIDAD.

RETIRO DE ADVIENTO

“Nos visitará el sol que nace de lo alto”(Lc 1,78)

Fernando TAPIA, fraternidad sacerdotal Iesus Caritas

NOTAS METODÓLOGICAS:

  • ADVIENTO es el tiempo litúrgico que nos prepara para celebrar el gesto de amor misericordioso más grande que nos ha hecho nuestro Padre Dios: la Encarnación de su Hijo Jesús, por obra y gracia del Espíritu Santo en el vientre purísimo de la Virgen María. Dios viene a nosotros en su Hijo que por nosotros se hace hombre y niño para que nadie sienta temor de Él y todos puedan acogerlo en la fe.
  • Viene en el silencio y en la pobreza de Belén, por eso sólo pueden descubrirlo aquéllos capaces de hacer silencio y tener corazón de pobre. Este retiro quiere ser una oportunidad para pacificarnos, callar, reconocernos necesitados de la luz del Salvador y exclamar desde el fondo del alma: ¡Ven Señor Jesús, ven Salvador! Y, como Juan el Bautista, ayudar a otros a reconocer su presencia cercana y liberadora.
  • Desde el punto de vista metodológico, el retiro tiene momentos de oración personal, oración comunitaria y oración grupal.
  • Es recomendable que sea realizado por un Equipo de Monitores, convenientemente capacitados y asesorados por un sacerdote, una religiosa o un diácono. Esto permitirá que los participantes puedan trabajar en grupos no superiores a 6 o 7 personas.
  • Los puntos de cada meditación los puede dar un sacerdote, religiosa, diácono o laico capacitado, a todos los participantes en conjunto, o bien, cada monitor a su grupo pequeño.
  • Es necesario tener copias tanto de la primera meditación como de la segunda para cada participante y entregarlas en el momento oportuno. Nunca las dos juntas.
  • El retiro requiere de varios materiales y de un mínimo de organización y distribución de tareas, que hay que preparar con la debida antelación.

PRIMERA MEDITACIÓN: DIOS NOS PRIMEREA

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
Nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tiniebla
Y en sombre de muerte,
Para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc, 1, 78-79).

Zacarías, padre de Juan Bautista, bendice a Dios porque ha visitado a su pueblo en la persona de Jesús, “sol que nace de lo alto”. Adviento es el tiempo propicio para prepararnos a esta visita que brota de la “entrañable misericordia de nuestro Dios”.

Juan dirá en su evangelio que “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16). Es Dios quien toma la iniciativa de acercarse a nosotros porque así es el amor verdadero: no necesita ser llamado; en palabras del Papa Francisco, Dios nos “primerea”, nos ama primero y acude en nuestro auxilio.

La consecuencia es clara para nosotros que somos sus discípulos, su Iglesia, y el Papa Francisco la expresa de esta manera: “por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear! (Evangelii Gaudium n. 24).

Ahora bien, el camino elegido por Cristo para revelar este misterio de amor gratuito y misericordioso es el que mejor podría expresarlo: el despojo de su gloria y de su poder divino para hacerse uno de nosotros (Lc 2,1-20; Fil 2,6-11). Al respecto dicen nuestros Obispos : “Dios, siendo eterno, en Cristo se hace temporal, siendo poderoso se hace débil, siendo fuerte se hace vulnerable, siendo rico se hace pobre, siendo santo asume nuestros pecados, de tal modo que hasta el último de los seres humanos lo sienta cercano, amigo, su compañero en el camino de la vida

Jesús elige el camino del descenso

Meditando sobre este descenso de Cristo el bienaventurado Carlos de Foucauld escribe: “Bajó con ellos y vino a Nazaret: en toda su vida no hizo otra cosa que bajar: bajar en la encarnación, bajar haciéndose criatura, bajar obedeciendo, bajar haciéndose pobre, abandonado, desterrado, perseguido, ejecutado, poniéndose siempre en el último lugar

Seguir este camino de Jesús hoy es más impactante que en otros tiempos porque es claramente contracultural y es por eso mismo que a sus discípulos nos cuesta tanto asumirlo. La ideología neoliberal dominante hoy día en nuestro país, sobrevalora y estimula el ascenso social, a partir del éxito individual medido en acumulación de títulos, de dinero, de bienes materiales, de poder y de prestigio. En la mentalidad actual del mundo de los pobres hay que huir, jamás entrar voluntariamente.

Sin embargo, el Papa Francisco, nos invita a seguir este camino de descenso que inició Jesús con su Encarnación entre los pobres: “La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así ‘olor a oveja’ y éstas escuchan su voz” (E.G. n.24).

La tradición teológica, pastoral y espiritual que se ha desarrollado en nuestro continente desde la Conferencia de Medellín (1968) para acá, se ha tomado en serio el misterio de la encarnación. Ha habido todo un “descenso” hacia el mundo de los pobres, un asumir su cultura, sus condiciones de vida y sus causas justas, a tal punto que hoy podemos afirmar que, el pobre, el enfermo, el anciano, el inmigrante, el encarcelado ocupan un lugar central como el gran sujeto y el gran destinatario de la evangelización de nuestros países. Basta para ello observar con atención los lugares y personas que visita el Santo Padre en sus viajes por el mundo.

Contemplando a Jesús que se despoja de su gloria y de su poder divinos para entrar en este mundo “por la puerta de los pobres”, como le gustaba decir al Siervo de Dios, Mons. Enrique Alvear, demos pasos de misericordia, despojándonos de nosotros mismos y acercándonos a los que más sufren. Escuchemos al Papa Francisco: ““Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo”

PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL.

  • Meditar el texto de 1 Juan, 4, 7-14 Dios nos amó primero.
  • ¿Tomo la iniciativa en el amor a las personas?
  • Meditar el himno cristológico de Filipenses 2, 6-11
  • ¿He dado pasos de despojo y abajamiento para llegar a las demás personas, especialmente las más vulnerables?
  • Terminar rezando el Benedictus, Lucas 1, 68-79

SEGUNDA MEDITACION: SOBRIEDAD Y HUMILDAD

“Primerear”, salir de sí, involucrarse, descender, despojarse, abajarse, desde un espíritu de misericordia como Cristo, es una gracia de Dios que debemos implorar. No nos brota espontáneamente.

Por eso, el Adviento es un tiempo propicio para hacer silencio y orar. El entorno no nos ayuda porque la sociedad de consumo ha convertido la Navidad y el tiempo que la precede en un festival de compra-venta, de cenas y regalos caros y de endeudamiento y casi se nos pierde la figura del Jesús que viene en pobreza y sencillez.

Sin embargo, en nuestras familias y comunidades cristianas no podemos perder el norte y debemos contemplar con más profundidad el misterio de amor entregado que se nos revela en Navidad. Así Jesús podrá nacer de nuevo en nuestros corazones y seguir irradiando con nosotros y desde nosotros su misericordia.

Los medios que nos ofrece la Iglesia están siempre a la mano: la lectura orante de la Sagrada Escritura (“lectio divina”), especialmente los textos de la infancia de Jesús, la oración en silencio ante Jesús Sacramentado o ante el pesebre, la Eucaristía, los retiros de Adviento.

La oración más intensa de este tiempo nos ayudará a descubrir hasta qué punto estamos contaminados con la mentalidad mundana (consumismo, superficialidad, individualismo, competencia) y nos ayudará a tomar buenas decisiones personales, familiares y comunitarias para vivir una Navidad cristiana.

El Espíritu Santo que fecundó a la Santísima Virgen, descenderá también sobre cada uno de nosotros y nos moverá interiormente a una auténtica conversión personal y pastoral. El sacramento del Perdón está siempre disponible para reiniciar el camino cristiano. Jesús no viene para condenarnos sino para salvarnos. Al inicio de este Año Santo el Papa Francisco nos recuerda que “Jesús es el rostro de la Misericordia del Padre”.

El fruto de esta conversión es un estilo de vida como el de Jesús: austero, sencillo, cercano, alegre y sereno. En su Carta Encíclica “Laudato si”, el Papa Francisco describe este estilo de vida que nos hace felices y no daña nuestra Casa Común, el planeta Tierra.

La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo. Es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones religiosas y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que “menos es más”. La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal. La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no tenemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres” (LS n. 222).

“La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida” (LS n. 223).

PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL

  • ¿Cómo estoy preparándome para la Navidad con mi familia?
  • ¿Cómo puedo recuperar el sentido cristiano de la Navidad?
  • ¿Podría llevar un estilo de vida como el que describe el Papa Francisco en su Encíclica LAUDATO SI?
  • Contemplar a Jesús en el pesebre junto a María y José: Lucas 2, 1-20
  • Pedir al Señor Jesús la gracia de vivir una Navidad Cristiana

PDF: Retiro adviento Meditación 1

PDF: Retiro adviento Meditación 2c

 

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